Mañana son las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura en Cataluña, así que deseamos mucha suerte a quienes se presentan. Pero hoy es viernes nuevamente y eso quiere decir que es el día en que publicamos nuestro acertijo de fin de semana, el ¡Ponte a prueba!, ese reto amable que acompaña a quienes preparan la prueba de comentario de texto desde 2015, como forma de anticipar las sensaciones que tendrán el mismo día D. Es por ello que resulta interesante participar, pues eso nos sitúa en un grado de implicación emocional mayor que si no lo hacemos. La prueba, como sabemos, está abierta a quienes en el mundo aman nuestra lengua milenaria y su literatura.
La propuesta de la semana: un texto posible
Hoy traemos un texto que fácilmente podría aparecer en las oposiciones. Como siempre se trata de reconocer la obra y su autoría e incluso, si es posible, situando el fragmento dentro de la obra. Pero como siempre decimos, se puede hacer un buen comentario si somos capaces de adscribir razonadamente el fragmento a su género, su época y movimiento literario.
¿Por qué y cómo participar?
Como decíamos antes, es muy bueno participar para saber anticipadamente lo que enfrentaremos el día D. Para participar hay que escribir un comentario en la página de Facebook de opolengua.com hasta el domingo por la noche. Solo hay una sola regla: no se puede consultar Internet para enfrentarse a la prueba tal y como lo harás el día D, sin más que tu propio bagaje. Como siempre también, nosotros publicaremos la solución del reto y la lista de acertantes el lunes.
Y nada más por hoy. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.
¡Cosa rara, inaudita! La Nela que nunca había tenido cama, ni ropa, ni zapatos, ni sustento, ni consideración, ni familia, ni nada propio, ni siquiera nombre, tuvo un magnífico sepulcro que causó no pocas envidias entre los vivos de Socartes. Esta magnificencia póstuma fue la más grande ironía que se ha visto en aquellas tierras calaminíferas. La señorita Florentina, consecuente con sus sentimientos generosos, quiso atenuar la pena de no haber podido socorrer en vida a la Nela, con la satisfacción de honrar sus pobres despojos después de la muerte. Algún positivista empedernido, criticóla por esto; pero nosotros vemos en tan desusado hecho una prueba más de la delicadeza de su alma.
Cuando la enterraron, los curiosos que fueron a verla (¡esto sí que es inaudito y raro!) la encontraron casi bonita; al menos así lo decían. Fue la única vez que recibió adulaciones.
Los funerales se celebraron con pompa, y los clérigos de Villamojada abrieron tamaña boca al ver que se les daba dinero por echar responsos a la hija de la Canela. Era estupendo, fenomenal que un ser cuya importancia social había sido casi casi semejante a la de los insectos, fuera causa de encender muchas luces, de tender muchos paños y de poner roncos a sochantres y sacristanes. Esto, a fuerza de ser extraño, rayaba en lo chistoso. No se habló de otra cosa en seis meses.
La sorpresa y… dígase de una vez, la indignación de aquellas buenas muchedumbres llegaron a su colmo cuando vieron que por el camino adelante venían dos carros cargados con enormes piezas de piedra blanca y fina. ¡Ah! En el entendimiento de la Señana se verificaba una espantosa confusión de ideas, un verdadero cataclismo intelectual, un caos, al considerar que aquellas piedras blancas y finas eran el sepulcro de la Nela. Si ante la Señana volara un buey o discurriera su marido, ya no le llamaría la atención.
Revolvieron los libros parroquiales de Villamojada, porque era preciso que después de muerta tuviera un nombre fijo la que se había pasado sin él en vida, como lo prueba esta misma historia, donde se la nombra de distintos modos. Hallado aquel requisito indispensable para figurar en los archivos de la muerte, la magnífica piedra sepulcral que se ostentaba orgullosa en medio de las rústicas cruces del cementerio de Aldeacorba tenía grabados estos renglones: