Comenzamos una nueva semana con ilusión, en la confianza de que el trabajo desarrollado durante todo el año pronto dará sus frutos el temido y anhelado día D. Y como es lunes, comenzamos la semana con la publicación de nuestro acertijo, el ¡Ponte a prueba!, el reto con el que acompañamos a las nobles y abnegadas personas que preparan la prueba de comentario de texto de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
Ya anunciábamos el viernes que el texto elegido daría gran juego en un comentairo métrico, pues es un texto que mantiene un ritmo anfibráquico muy marcado (átona-tónica-átona, si lo observamos desde el modelo de Andrés Bello) o dactílico (tónica-átona-átona, si lo analizamos desde el modelo musical de Navarro Tomás). Para alcanzar ese resultado, el poeta se vale de muchas licencias rítmicas como la acentuación de monosílabos, desplazamientos del acento o doble acentuación de polisílabos, por lo que es un texto muy rico en este sentido.
Y como siempre, nuestros seguidores han mostrado su competencia literaria señalando muy acertadamente la procedencia del texto. Así, San BG, Rafael Robledo Simón y Lidia Parra González señalaban acertadamente la autoría del mismo y Eva López Santuy hacia pleno, pues indicaba exactamente el título del poema. Y es que efectivamente se trataba de la “Marcha triunfal” del gran Rubén Darío (1867-1916) incluida en sus Cantos de vida y esperanza de 1905. ¡Enhorabuena a todos ellos y ojalá que el día D tengan la misma suerte!
Y nada más por hoy. Nosotros volveremos mañana con nuestra entrada de fondo. Saludos y ánimo.
¡Ya viene el cortejo!
¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines,
la espada se anuncia con vivo reflejo;
ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines.
Ya pasa debajo los arcos ornados de blancas Minervas y Martes,
los arcos triunfales en donde las Famas erigen sus largas trompetas
la gloria solemne de los estandartes,
llevados por manos robustas de heroicos atletas.
Se escucha el ruido que forman las armas de los caballeros,
los frenos que mascan los fuertes caballos de guerra,
los cascos que hieren la tierra
y los timbaleros,
que el paso acompasan con ritmos marciales.
¡Tal pasan los fieros guerreros
debajo los arcos triunfales!
Los claros clarines de pronto levantan sus sones,
su canto sonoro,
su cálido coro,
que envuelve en su trueno de oro
la augusta soberbia de los pabellones.
Él dice la lucha, la herida venganza,
las ásperas crines,
los rudos penachos, la pica, la lanza,
la sangre que riega de heroicos carmines
la tierra;
de negros mastines
que azuza la muerte, que rige la guerra.
Los áureos sonidos
anuncian el advenimiento
triunfal de la Gloria;
dejando el picacho que guarda sus nidos,
tendiendo sus alas enormes al viento,
los cóndores llegan. ¡Llegó la Victoria!
Ya pasa el cortejo.
Señala el abuelo los héroes al niño.
Ved cómo la barba del viejo
los bucles de oro circunda de armiño.
Las bellas mujeres aprestan coronas de flores,
y bajo los pórticos vense sus rostros de rosa;
y la más hermosa
sonríe al más fiero de los vencedores.
¡Honor al que trae cautiva la extraña bandera
honor al herido y honor a los fieles
soldados que muerte encontraron por mano extranjera!
¡Clarines! ¡Laureles!
Los nobles espadas de tiempos gloriosos,
desde sus panoplias saludan las nuevas coronas y lauros
—las viejas espadas de los granaderos, más fuertes que osos,
hermanos de aquellos lanceros que fueron centauros—.
Las trompas guerreras resuenan:
de voces los aires se llenan…
—A aquellas antiguas espadas,
a aquellos ilustres aceros,
que encaman las glorias pasadas…
Y al sol que hoy alumbra las nuevas victorias ganadas,
y al héroe que guía su grupo de jóvenes fieros,
al que ama la insignia del suelo materno,
al que ha desafiado, ceñido el acero y el arma en la mano,
los soles del rojo verano,
las nieves y vientos del gélido invierno,
la noche, la escarcha
y el odio y la muerte, por ser por la patria inmortal,
saludan con voces de bronce las trompas de guerra que tocan la marcha triunfal…