Proseguimos hoy nuestra serie sobre las oposiciones con una entrevista a Yolanda Rapela de la Rosa, que fue una magnífica opositora, con un dominio sensacional del temario y preparó las oposiciones de 2008 con www.opolengua.com. Hoy es vicedirectora del IES Laguna de Tollón en El Cuervo (Sevilla). Este año fue miembro de tribunal en las oposiciones de Andalucía 2021 en Sevilla.
1.- ¿Qué destacarías de tu vivencia como miembro de un tribunal de oposiciones?
Por mucho que otros compañeros te cuenten su experiencia, no puedes imaginar cómo es realmente formar parte de un tribunal de oposiciones hasta que no lo vives. Un tribunal no es un ente abstracto, mecánico, ajeno al carácter, debilidades o fortalezas de cada uno de sus miembros, sino que se trata de algo concreto que depende mucho de estos y otros factores. Llevando la cuestión a la arena, estamos hablando de cinco personas con formas de ser distintas, que pueden tener concepciones muy dispares sobre lo que es un buen profesor/a de Lengua Castellana y Literatura, opiniones difíciles de casar sobre cuestiones profesionales e incluso perspectivas distintas en torno a aspectos tan espinosos como los criterios de evaluación. Mi experiencia es que el funcionamiento de un tribunal puede estar fuertemente condicionado por cuestiones personales, y que es imprescindible que haya por parte de todos sus miembros y, en especial del presidente, una actitud propositiva, empática y tendente al consenso.
La dinámica diaria requiere de importantes malabarismos para encajar tu vida profesional y laboral. Los horarios son muy estrictos, las jornadas resultan interminables y hay que saber lidiar con el agotamiento, ya que los opositores se merecen, uno a uno, nuestra máxima atención y profesionalidad, porque estamos tomando decisiones que afectan de manera sustancial a la vida de futuros compañeros y compañeras.
2.- ¿Qué consejos le darías a un opositor?
En primer lugar, creo que es bueno que no pierdan de vista que las personas que tienen enfrente han estado previamente en su lugar. Conocemos el peso de la presión, las dificultades endógenas y externas de un proceso de preparación de oposiciones, las múltiples variables que pueden afectarnos a la hora de redactar un ejercicio o exponer la programación y no somos, por lo tanto, máquinas de corrección. Quizá de esa forma puedan descargar parte de la enorme tensión que implica enfrentarse a un tribunal.
Por otra parte, me parece fundamental que la prueba escrita mantenga un equilibrio necesario entre una redacción correcta, sin errores gramaticales ni ortográficos, rigor científico y que, a ser posible, exhiban alguna particularidad que los diferencie: originalidad en la exposición, citas que realmente aporten significado a sus ideas, o consideraciones de las que quepa colegir que se domina el tema más allá del volcado memorístico.
Me da la impresión de que muchos opositores no dan la importancia que tiene al dominio del tiempo. A veces, nos encontramos con ejercicios perfectamente desarrollados que, sin embargo, se han terminado de forma abrupta o que han consumido tanto tiempo que obliga al aspirante a precipitarse en comentarios pobres. También puede suceder lo contrario: prácticas exhaustivas que terminan en temas esquemáticos o poco elaborados.
En la exposición oral, resulta imprescindible que el opositor logre, de entrada, captar la atención de los miembros del tribunal, que pueden llegar a su turno tras haber oído ya una buena tanda de intervenciones. La originalidad vuelve a ser un factor definitivo: repetir las ideas de forma aséptica solo contribuye a que el tribunal tenga dificultades para seguir el hilo de la exposición.
3.- ¿Qué mejorarías del proceso de oposiciones si no pudieras cambiar el modelo actual?
Contamos con muy poco tiempo para desarrollar nuestra tarea que, además, como digo, implica una enorme responsabilidad para con aspirantes que han podido realizar enormes sacrificios a la espera de ese momento. Sería recomendable adaptar el tiempo a los rigores del proceso, de manera que los miembros del tribunal pudieran desarrollar su labor con garantías. Dentro del escaso margen del que disponemos, también sería conveniente priorizar las tareas: la burocracia es engorrosa y si bien puede entenderse que pretende apuntalar un proceso garantista, en la práctica hace que los miembros del tribunal resten esfuerzos a otras cuestiones más prioritarias, como la corrección en sí.
El modelo de selección de los miembros del tribunal debería variarse. Creo que resultaría más eficaz que los componentes se presentaran de manera voluntaria, como ocurre con el presidente.