Hoy es lunes y, como siempre, comenzamos la semana de trabajo con la publicación de los acertantes de nuestro reto, el ¡Ponte a prueba!, que desde hace seis años acompaña a las nobles y abnegadas personas que preparan la temida y decisiva prueba de comentario de texto de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
Decíamos el viernes que durante el año 2022 renovamos nuestro tema 50. Uno de los autores españoles que aportaron su interpretación de la gran obra de nuestras letras era justamente la persona cuyo texto seleccionamos. Como cada semana, se ha producido una gran participación y los han mostrado su fino olfato literario, pues se han acercado muchísimo a la solución. Reconocer la obra era verdaderamente difícil, pero sí considerábamos que era posible adscribir el texto a un género, una época y un movimiento. Y a eso se han aprestado los participantes. Y así, José Manuel Serrano Valero lo sitúa dentro del ensayo y en la época contemporánea. Con más precisión lo sitúan María Rodríguez García, Isidro Ruiz de Osma, Sara Piélagos Martín, Verónica Prezioso y Nathalie Marañón al indicar su datación en la primera mitad del siglo XX y adscribirlo a la generación del 98. Lydia P García incluso aventura acertadamente el nombre de Ramiro de Maeztu. ¡Enhorabuena a todos ellos y ojalá que el día D tengan la misma fortuna!
Y es que, efectivamente, se trataba de un fragmento de Don Juan, don Quijote y la Celestina de Ramiro de Maeztu (1874-1936), autor de la generación del 98 asesinado por el bando republicano en el inicio de nuestra malhadada Guerra Civil.
Y nada más por hoy. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.
No comprendo que se pueda leer el Quijote sin saturarse de la melancolía que un hombre y un pueblo sienten al desengañarse de su ideal; y si se añade que Cervantes la padecía al tiempo de escribirlo y que también España, lo mismo que su poeta, necesitaba reírse de sí misma para no echarse a llorar, ¿qué ceguera ha sido ésta, por la que nos hemos negado a ver en la obra cervantina la voz de una raza fatigada, que se recoge a descansar después de haber realizado su obra en el mundo? Una obra de “frívolo y ameno entretenimiento” no apresaría el ánimo en la misma medida que el Quijote. Tampoco basta a explicar su grandeza el hecho de que tantos escritores hubiesen combatido los libros de caballería y sólo Cervantes “se hiciera obedecer” según frase de un crítico. No diré que cuando Cervantes compuso su obra fueran los libros de caballería esas obras de mero pasatiempo que apenas dejan huellas en el espíritu porque su influencia había sido mucha, aunque ya declinaba cuando se publicó el Quijote. Algo más ha de haber en esta novela cuando no falta quien ha creído encontrar en sus páginas un sistema filosófico, un programa de gobierno, una síntesis de teología y hasta un tratado de medicina o estrategia. ¿Qué hay en el Quijote?
No busquemos interpretaciones esotéricas; leámoslo con humildad y sencillez.