¿Cómo nos conocimos?
Conocí a R. Solís en 2020. Le había dado mi teléfono un buen amigo y gran opositor al que yo había ayudado a obtener su plaza en 2010. Y a su vez R. Solís es amiga de varias periodistas a las que yo había ayudado en su preparación. Lo cierto es que desde que en 2004 ayudé al primer periodista a obtener su plaza en las oposiciones de Lengua, me fueron saliendo en progresión geométrica periodistas y personas de otros ámbitos a los que procuraba atender aliviando las posibles lagunas que tuvieran al no haber cursado Filología Hispánica señalándoles qué era lo esencial que tenían que saber para aprovechar su limitado tiempo. Afortunadamente, eran personas persistentes que coronaban su esfuerzo con una merecida plaza. De hecho, por eso hice en 2016 el Curso Opolengua Oro, un curso pensado explícitamente para estas personas.
Las oposiciones de Lengua deben ser la piedra de toque para identificar a un buen docente
Ello me granjeó al principio la incomprensión de algunos opositores que veían como intrusismo la aparición de estos nuevos competidores. Yo jamás lo vi así. Las oposiciones deben ser (y para eso deben estar) la piedra de toque, la demostración definitiva de la capacidad de una persona. Y muchas veces he visto que entre periodistas o traductores hay personas verdaderamente apasionadas por la literatura y la lengua española que merecen, si demuestran ser mejores en las pruebas, una plaza en nuestro sistema de enseñanza.
Las virtudes de una gran persona
Acabado este inciso, digo, conocí a R. Solís por un amigo común. Y desde el principio, en una larga conversación, vi que podríamos llegar a buen puerto. Realista, con las ideas muy claras y con una gran ilusión por conquistar su plaza. Además, con gran capacidad de expresión oral, simpática y bienhumorada. Esto último parece una cuestión menor. Y no lo es. R. Solís, como ya intuí en la conversación es ese tipo de persona que pone siempre al mal tiempo buena cara y es capaz de ver el lado positivo de una situación por compleja que sea. Su propia singladura vital en estos tres años me lo ha demostrado largamente, pues se ha enfrentado a pruebas vitales muy fuertes y, a pesar de ello, ha conseguido mantener su preparación con el timón firme. Esa fortaleza personal le ha dado la plaza.
Sus virtudes hoy son capital humano del sistema de enseñanza público
Y esa fortaleza es hoy un activo del sistema de enseñanza pública de Andalucía, pues donde vaya R. Solís no irá solo su sabiduría, su sensibilidad literaria demostrada en decenas de comentarios y sus conocimientos de lengua y literatura demostrados en el dominio del temario, sino ese ejemplo personal, porque por supuesto, su lema adoptado de Marianela: “Adelante, siempre adelante” servirá de inspiración a sus alumnos y a sus compañeros.
Por cierto, nos vemos en Rota pronto, para navegar juntos.
R. Solís (Andalucía) “Adelante, siempre adelante”
De Marianela a mi propia vida
«Adelante, siempre adelante…(me gusta esta frase, y si yo tuviera escudo, no le pondría otra divisa)». Teodoro Golfín pensaba estas palabras mientras se dirigía a Socartes. Como Teodoro, yo carecía de escudo, pero tenía frente a mí el reto de unas oposiciones y esa divisa, escrita por Benito Pérez Galdós en Marianela, la convertí en mi lema de campaña. Porque no nos engañemos, unas oposiciones son una batalla. Una lucha larga en el tiempo, que requiere esfuerzo, sacrificio y cuando el ánimo decae, hay que buscar a qué aferrarse.
El día D, cuando llevaba más de tres horas escribiendo y me dolía la mano, regresaba a ese mantra
Aunque siempre me he mantenido alejada de las supercherías, los gurús y los libros de autoayuda, lo cierto es que aquellas palabras las repetía cuando flaqueaban las fuerzas. Cuando la pereza hacía acto de presencia, las volvía a decir. Hasta el día D, cuando llevaba más de tres horas escribiendo y me dolía la mano, regresaba a ese mantra. Y aquel «adelante, siempre adelante» hoy es una plaza como profesora de Lengua Castellana y Literatura.
Trabajo, apoyo familiar y Eduardo López Prieto, mi preparador de Lengua
La conquista no ha sido fácil. El éxito llegó en el segundo asalto a esa fortaleza que a veces parecía inexpugnable. Sin trabajo, sin horas de estudio y sin el apoyo familiar no lo habría alcanzado. Tampoco habría llegado a buen puerto sin la preparación brindada por Opolengua y su creador, Eduardo López Prieto, en quien confié desde el momento en el que me planteé opositar.
Llegué a Opolengua por el boca a boca
Cuando tomé la decisión de dar un golpe de timón a mi situación laboral (aquí utilizo un símil náutico en claro homenaje a la pasión marinera de Eduardo), contacté con antiguos compañeros de la profesión periodística que se habían puesto años atrás en sus manos y lograron el éxito de inmediato. Las buenas referencias y una larguísima conversación telefónica me terminaron de convencer: su seriedad, su seguridad, que en ningún momento me intentara vender soluciones mágicas a retos difíciles y, sobre todo, su realismo a la hora de exponer a qué me iba a enfrentar fueron la clave.
Un gran temario, exigencia, rigor y respuesta inmediata
La impresión inicial se materializó en el temario, en la exigencia de su método de estudio y la rigurosidad de sus correcciones que se convirtieron en las mejores armas para lograr el objetivo. Aunque no he precisado de su asesoramiento ni de su apoyo moral, como me consta que sí lo hace con absoluta dedicación a sus opositores, sí debo destacar que cuando he necesitado consultar alguna cuestión, la interlocución ha sido inmediata, algo de vital importancia cuando ya se está en los días previos a las pruebas, que es el momento en el que asaltan las dudas de última hora, foco generador de no pocos miedos e inseguridades.
En 2021, con solo meses de preparación, ya aprobé las oposiciones de Lengua
La prueba de la eficacia de su Método de Estudio es que al primer asalto estuve a punto de conseguirlo. En la convocatoria de 2021, con solo nueve meses de preparación y siguiendo al milímetro las indicaciones de Eduardo, aprobé las oposiciones, pero me quedé sin la ansiada plaza. Fue frustrante quedarme a las puertas por solo unas décimas, pero aún lo fue más que durante dos años no me llamaran para ninguna sustitución, algo que además lastraba mis posibilidades en la convocatoria de 2023 al no tener tiempo de servicio.
Persistir y ser la segunda mejor nota de mi tribunal
Sin embargo, no me rendí ni bajé la guardia. Volví a la carga y , de nuevo, bajo la supervisión profesional, seria y minuciosa de Eduardo. Hoy puedo decir, sin lugar a dudas, que uno de mis mayores aciertos fue matricularme en sus cursos: desde julio de 2023, con la segunda mejor nota de mi tribunal, ya soy funcionaria en prácticas.
El crecimiento personal es la gratificación final de obtener la plaza en las oposiciones de Lengua
Pero para mí la gratificación final, la ansiada recompensa, no está solo en la consecución de la plaza. Está en un intenso aprendizaje que abarca los contenidos interiorizados, la sistematización de cómo se debe hacer un comentario de texto y en la preparación de la defensa de una programación didáctica, pero también el crecimiento personal. Como dije al principio, unas oposiciones son una batalla contra otros opositores, contra el desánimo, contra la tentación de abandonar y cuando todo eso se supera, al final se experimenta una alegría indescriptible porque la victoria también entraña un proceso vital de ganar seguridad y confianza en uno mismo.