Hoy es lunes, y como siempre, empezamos esta semana de trabajo con la solución de nuestro ¡Ponte a prueba!, el acertijo amable con el que desde 2016 intentamos servir de banco de pruebas a las valientes y abnegadas personas que preparan las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura en su temida prueba de comentario de texto.
Ya avisábamos el viernes pasado de que se trataba de un texto genial, brillante, que provocaba la admiración de quienes lo leían. Y, como siempre, ha habido quien ha acertado la obra, la autoría, la época, el género y el movimiento literario e incluso ha situado el fragmento dentro de la obra. Ese ha sido el caso de Eva López Santuy, que ha hecho, por tanto, pleno con su respuesta. ¡Enhorabuena para ella y ojalá que tenga la misma suerte el día D!
Y es que, efectivamente, se trataba del Capítulo IV de la Segunda Parte «Del hospedaje de su tío, y visitas; la cobranza de su hacienda y vuelta a la corte» (1626) de La vida del Buscón llamado don Pablos de don Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)
Y nada más por hoy. Saludos y ánimo.
Yo, que vi quan honrada gente era la que hablaua mi Tio, confiesso que me puse colorado de suerte que no pude dissimular la verguença; echomelo de ver el corchete. Es el Padre el que padeció el otro día, a quien se dieron ciertos empuxones en el envés? Yo dixe que no era hombre que padecía como ellos, en esto, se levantó mi Tio y dixo: es mi sobrino, maesso en Alcalá, gran supuesto. Pidiéronme perdón y ofrecieronme toda caricia. Yo rabiaua ya por comer y por cobrar mi hazienda, y huyr de mi Tio. Pusieron las mesas, y por una soguilla en un sombrero, como suben la limosna los de la carcel, subían la comida de un bodegón, que estaua a las espaldas de la casa, en unos mendrugos de platos y retagillos de cántaros, y tinajas; nopodra nadie encarecer mi sentimiento, y afrenta. Sentaronse a comer en cabecera el demandador, y los demás sin orden; no quiero decir lo que comimos; sólo que eran todas cosas para beuer. Sorbiose el corchete tres de puro tinto. Viendome a mi elPorquero me las cogía al buelo y hazia más razones que deziamos todos, no auia memoria de agua, y menos voluntad de ella. Parecieron en la mesa cinco pasteles de a quatro, y tomando un hissopo, despues de auer quitado las ojaldres, dixeron un responso todos, con su requiem aeternam, por el anima del difunto cuyas eran aquellas carnes. Dixo mi Tio: ya os acordays, sobrino, lo que os escriui de vuestro padre, vinoseme a la memoria. Ellos comieron, pero yo passe con los suelos solos, y quedeme con la costumbre, y assi, siempre que como pasteles, les rezo una Ave Maria por el que Dios aya, menudeose sobre dos jarros, y era de fuerte lo que beuieron el corchete y el de las animas, que se pusieron las suyas tales, que trayendo vn plato de salchichas que parecían de dedos de negro, dixo vno que para que trayan pebetes guisados. Ya mi Tio estaua tal, que alargando la mano y asiendo vna, dixo (con la voz algo aspera y ronca, el un ojo medio acostado y el otro nadando en mosto) Sobrino, por este pan de Dios, que crio a su imagen y semejança, que no he comido en mi vida mejor carne tinta: Yo que vi al corchete que, alargando la mano, tomo el salero y dixo: caliente esta este caldo; y que el porquero se llenó el puño de sal, diziendo: bueno es el avisillo para beuer, y se lo echó todo en la boca, comencé a reyrme por una parte, y rabiar por otra.