En algunas convocatorias de oposiciones de Lengua se plantea la lectura de los exámenes de oposiciones delante del tribunal. Este modelo se ha dado tras el reparto de competencias educativas durante los años noventa del siglo pasado en diferentes autonomías como Extremadura o Castilla y León. Lógicamente es una prueba que hay que preparar de forma específica en dos líneas. Por un lado, la redacción de los exámenes debe ir enfocada a su posterior lectura; por el otro, hay que aprender a leer de forma expresiva y practicar esta técnica para dominarla antes de enfrentarse al tribunal. Lógicamente, esto suscita dudas entre los opositores y por ello nos han llegado diferentes correos planteándonos cómo hacerlo. De este tema versa, por tanto, esta entrada.
Mi experiencia personal leyendo el examen de oposiciones
Como puedes ver en mi currículo, yo me enfrenté como opositor a un tribunal de oposiciones de Lengua en siete ocasiones. Una en 1992, una en 1993, dos en 1994, una en 1996 y otras dos en 1998. En una ocasión tuve que leer el examen ante el tribunal: fue en Extremadura 1994, más en concreto, en Cáceres. Recuerdo que el tribunal nos había convocado aquella mañana a cuatro o cinco personas. Yo era el segundo. Entró a leer una chica y no tardó ni quince minutos. Se fue sin apenas hablar y por su actitud pensé que no le había ido bien. A los pocos minutos me llamaron. Los otros opositores me desearon suerte. Entré a leer a una sala en la que estaba solamente el tribunal. Puede que fuera la sala de profesores o un amplio despacho departamental. Ellos ocupaban una mesa grande y enfrente había dos mesas de alumno. Yo ocupé una de ellas y a mi lado se sentó un miembro del tribunal que fue revisando las hojas de mi intervención (y supongo que la ortografía) según las iba leyendo. Tenía dudas sobre si había cometido errores o no. Leí durante mucho tiempo y de forma expresiva (llevaba muy bien preparado el tema 14 y el comentario me había salido bien). Recuerdo que, al salir, los otros opositores me dijeron que había leído mucho rato. Unos cuarenta minutos. Estaba contento. Después, como preparador de Lengua desde 1999, he ayudado en sucesivas ocasiones a opositores que me han pedido su consejo antes de leer su ejercicio.
¿Cómo es la lectura del examen delante del tribunal?
Esto es variable, porque depende de cómo se organice el tribunal. De mi propia experiencia personal y de la narrada por otros opositores podemos deducir que es cada tribunal quien decide cómo hacerla concretamente. En mi caso, como ya he dicho, pusieron a una persona a mi lado para cerciorarse de que no añadía ni suprimía nada a mi examen (y vigilaba la ortografía), pero he escuchado a opositores decir que en su caso leyeron de frente al tribunal (suponiendo que luego revisarían el ejercicio) y en los últimos años, algunos tribunales tenían cámaras y proyectaban los folios que se iban leyendo en una pizarra digital. Por tanto, esto es variable y no nos debe preocupar en exceso. Vayamos ahora a responder a las dudas más usuales.
¿Leer el examen de oposiciones delante del tribunal es mejor o peor?
Esta cuestión depende de muchos factores. Por un lado, de lo bien que leamos de forma expresiva; por otro, de lo bien que escuchen los miembros del tribunal. Hay personas que escuchan mejor que otras; es decir, hay personas que pierden parte de su concentración con el discurso oral y otras que, al contrario, escuchan mejor que leen. También va a depender de qué elementos de apoyo introduzca el tribunal para facilitar sus valoraciones, como pueda ser una rúbrica en la que pongan los elementos que esperan que el tema contenga. Y también va a depender de la empatía del propio tribunal. Pero, en realidad, y por las razones que iremos aduciendo más abajo, creemos que es mejor leer nosotros el examen a que lo lea el propio tribunal.
¿Hay que modificar la forma de redactar el examen de las oposiciones para su posterior lectura ante el tribunal?
Sí, podemos modificar la redacción del examen, pero solo en pequeños detalles. En 1994 yo me presenté en Andalucía (donde no se leía el tema) y en Extremadura (donde sí se leía). Yo empleé el mismo tema con leves modificaciones. Suprimí los epígrafes y los sustituí por marcadores metadiscursivos para introducir cada uno de sus apartados (“Tras tratar el aspecto X, pasaremos ahora a desarrollar el aspecto Y”). Aparte de esto, no hice nada más ni considero que tampoco sea necesario. Incluso creo que un ejercicio que mantenga sus epígrafes puede funcionar perfectamente bien en la lectura ante un tribunal. Lo fundamental es siempre que el tema sea bueno, que sea ameno y que pueda ser seguido por el tribunal con interés. Por mucho que quitemos el índice y los epígrafes, si un tema es malo, es malo. Esto es así y no puede ser de otra manera.
Lo primero es enfrentarse al tribunal de oposiciones con tranquilidad
En mi humilde opinión, la cuestión básica de la lectura del examen ante el tribunal de oposiciones es el ánimo con el que afrontamos la prueba. No es que las otras cuestiones que trataremos aquí no sean importantes. Lo son y mucho, pero la serenidad ante el tribunal es el elemento que nos va a permitir desplegar una buena lectura expresiva. Es imposible leer de forma serena, expresiva y amena si no estamos relajados y tranquilos. En este sentido yo partía con una enorme ventaja sobre otros opositores y era mi experiencia política de muchos años. Después de cientos de intervenciones políticas en asambleas de estudiantes, congresos, debates radiofónicos en Hoy por hoy con Iñaki Gabilondo o en Protagonistas de Luis del Olmo, en Radio Nacional de España, entrevistas en telediarios o en Informe Semanal, ya tenía unas tablas importantes. No tenía miedo a enfrentarme a un auditorio y eso me tranquilizaba. No solo no me daba miedo hablar en público, sino que me gustaba.
Disfrutar de la lectura del examen de oposiciones
Somos completamente conscientes de que el momento de enfrentarnos al tribunal en las oposiciones puede ser uno de los más tensos de nuestra vida, pero tenemos que hacer lo posible por naturalizarlo, relajarnos y hasta disfrutar de él. Nos gusta la literatura, nos gusta la lengua, nos gusta el tema que hemos desarrollado, nos gusta leer y tenemos el enorme privilegio de vivir una experiencia única: explicar algo que nos gusta y que hemos hecho bien y hacerlo como nos gusta: leyendo, que es una de las cosas más bellas de la vida. Debemos focalizar nuestro cerebro en el mensaje a transmitir y transmitir nuestra alegría por estar allí. Disfrutar, porque comunicar ideas a otras personas es un placer y la enseñanza consiste precisamente en eso. Ese es el espíritu con el que deberíamos afrontar la prueba. Sabemos que es difícil pues nos jugamos mucho, pero eso es lo que hay que intentar. El principio, romper el hielo, será siempre trabajoso, pero poco a poco nos vamos a ir centrando en lo que tenemos que decir y vamos a ir disfrutando de nuestro propio discurso e iremos viendo cómo el tribunal asiente y sonríe levemente según leemos. ¡Eso es lo que va a ocurrir!
La velocidad de lectura adecuada
Hay elementos decisivos en la lectura en público. El primero es la velocidad de lectura. Es muy importante leer despacio para que el tribunal pueda interiorizar nuestras ideas. Hay que ser consciente de que cuando una persona lee en silencio y para sí, lo hace a la velocidad que le permite comprender perfectamente lo leído. Al leer en voz alta a otra persona debemos leer a una velocidad que permita al oyente comprender lo que le vamos leyendo. Si leemos más rápido, el tribunal no captará las ideas de la misma forma. Para nosotros es fundamental que el tribunal comprenda, interiorice e incluso tome notas de todas las ideas que expongamos. Por ello, la velocidad de lectura debe ser lo suficientemente despaciosa.
Pronunciar correctamente es otro elemento importante
La pronunciación correcta es importante. Debemos ser conscientes de que estamos realizando un ejercicio formal dentro de un proceso de oposiciones para ser profesores de Lengua Castellana y Literatura, por lo que debemos asegurarnos de que los rasgos coloquiales o incluso vulgares desaparezcan totalmente de nuestra lectura. Es importante distinguir estos rasgos de los dialectales. No hay problema en leer con acento andaluz, canario, castellano o catalán. Lo que sí es importante es que pronunciemos todas las consonantes y vocales.
La entonación: elemento decisivo
Quizá el elemento decisivo en la lectura del examen es la entonación. Es imprescindible realizar modulaciones constantes con nuestra voz de forma que nuestro tono no sea monocorde (algo que aburre a las ovejas) sino que haya constantes subidas y bajadas de voz para que nuestra lectura resulte más llamativa, musical y amena. En este sentido es muy útil (y yo así se lo he hecho notar a mis opositores) que oigamos a los grandes periodistas radiofónicos, pues tienen la gran virtud en sus programas de hacer pasar por natural un texto absolutamente guionizado. Esa entonación, esas subidas y bajadas del tono de voz, tiene que relacionarse con el contenido del propio ejercicio, de forma que coincida con el sentido del mismo y con las pausas (puntos y comas) del ejercicio. Para ello es muy importante que nuestros ojos vayan siempre leyendo tres o cuatro palabras por delante de lo que estamos diciendo, de forma que, gracias a la enorme capacidad del cerebro humano, anticipemos la entonación que nos permita cerrar en tonos más altos o bajos cada uno de los paratonos del texto.
Enfatizar y remarcar en la lectura las palabras más importantes del examen
Por otro lado, en esas modulaciones de voz es imprescindible enfatizar y remarcar con nuestra entonación las palabras más significativas y determinantes de cada párrafo u oración. Somos nosotros los que debemos transmitir y enfatizar lo que más nos interesa del examen. En cada idea, en cada frase, hay palabras que resultan más importantes y significativas. Esas son las palabras que debemos remarcar delante del tribunal para que las reconozcan, comprendan y valoren, de forma que nuestro tema salga reforzado. Tal y como decíamos antes, leer el ejercicio es mucho mejor que dejar que lo lean ellos porque nos permite enfatizar y hacer matices expresivos sobre el texto que comuniquen mucho mejor lo que escribimos.
Preparar mentalmente la lectura los días previos
Una gran ventaja tendrán los opositores que reciban, como ocurre en Madrid, una copia de su ejercicio, pues podrán practicar en casa e incluso subrayar con lápices de colores esas palabras antes de leer su examen delante del tribunal. Pero si no tienen esa copia y siguen el Método de Estudio Opolengua, tendrán también la gran ventaja de que dominarán el tema prácticamente palabra a palabra y por nuestros esquemas de estudio tendrán clarísimas las palabras clave, por lo que sabrán al leer en voz alta qué es lo que pone en cada párrafo y cuáles son esas palabras claves con la facilidad que eso supone para luego establecer el énfasis expresivo sobre ellas.
Hacer las pausas adecuadamente
Las pausas son también muy importantes, pues con ellas vamos a marcar el final de las ideas, de los puntos y aparte y a generar un contraste rítmico entre lo que decimos y el silencio. Si observamos cualquier programa de radio o cualquier entrevista veremos el poderoso valor de las pausas en la comunicación. Ojo de todas formas en este sentido. No se trata de hacer pausas largas y artificiales, más efectistas que efectivas, sino de detenernos naturalmente para dejar claro el cambio de tema o permitir que una idea que acabamos de señalar cobre más protagonismo y el cerebro del tribunal así lo capte.
¿Y si hay errores?
Un elemento que puede aparecer es que haya errores. Esto es casi imposible si se sigue nuestro método de estudio pues la expresión está casi totalmente mecanizada y eso dificulta la presencia de errores. Pero si ello ocurriera, no hay más remedio que leer lo que ponga, pues si nos pilla el tribunal (y nos puede pillar) escamoteando el error, la consecuencia puede ser mucho peor que el error mismo. Así pues, mi consejo es, primero garantizarnos un método de estudio que haga que el error sea casi imposible y en segundo lugar, si se produce el error, leerlo como si no hubiera pasado nada y seguir adelante sin detenernos y pensando ya en las siguientes ideas. Puede que lo que a nosotros nos parezca un error grave, al tribunal le pase desapercibido y es seguro que con nuestros grandes aciertos en el tema solventaremos el error. Así que, confianza y adelante.
La importancia de la práctica
En todo caso, es fundamental practicar. Esto es una recomendación insoslayable. Si este año nos presentamos en Castilla y León, tendremos que leer el ejercicio y este apartado debe ser preparado con el máximo rigor, por lo que animamos a todos los opositores a que dediquen un tiempo a la semana a escuchar a los locutores radiofónicos o a los políticos para ver cómo realizan sus inflexiones de voz y otro tiempo (puede ser media hora a la semana) a leer fragmentos de un tema en voz alta y a grabarlos para luego oírlos. Nuestros opositores nos pueden mandar sus audios para que los valoremos.
¡A por la plaza!
Al final, de lo que se trata es de prepararse bien para obtener la plaza y estar por delante del resto de aspirantes. Habrá con toda seguridad personas que no sepan cómo preparar esta prueba, habrá personas que no tendrán un ejemplo práctico sobre cómo realizar su lectura, habrá opositores que no tengan quienes valoren su forma de leer. Afortunadamente, nosotros sí lo tenemos y por ello debemos afrontar esta prueba con ilusión y esperanza, sabiendo que puede servir para establecer diferencias con nuestros oponentes e incluso darnos las décimas definitivas que nos concedan la plaza. ¡Vamos a por ella!