Por fin es viernes. Se acerca el día D para muchas comunidades autónomas, tal y como ocurrió con Cataluña hace dos semanas. Y al ser viernes, tenemos una nueva cita (y ya van centenares desde 2015) con nuestro ¡Ponte a prueba!, el sencillo y amable reto que permite situarse en una posición similar a la que vivirán el día D a las nobles y esforzadas personas que preparan la siempre temida prueba de comentario de texto de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura. Como siempre, el acertijo está abierto a quienes en ambos hemisferios aman la lengua y la literatura española.
La propuesta de la semana: un texto ya aparecido
En muchas ocasiones planteamos textos que podrían aparecer en las oposiciones. Hoy es una circunstancia algo diferente, pues este texto ya ha aparecido (y más de una vez) en las convocatorias de oposiciones desde 1992. Y por ello, es muy probable que vuelva a hacer. Por tanto, se trataría no solo de reconocer la obra sino de situar el fragmento dentro de la misma. En todo caso, y como decimos siempre, lo fundamental en el caso de un comentario literario es adscribir razonadamente el texto a su género, su época y su movimiento literario. Con esos mimbres se puede hacer un gran comentario.
¿Por qué y cómo participar?
Decíamos más arriba que nuestro reto permite a los opositores vivir una sensación similar a la del día D. No hay los nervios que habrá ese día al ir leyendo las líneas del texto. Pero participar en el acertijo nos sitúa en un nivel de mayor tensión emocioanl (y esto nos interesa) porque nuestro juicio es público y ello supone una mayor implicación emocional. Por tanto, animamos a la participación. Y se puede participar escribiendo un comentario en la página de Facebook de opolengua.com hasta el domingo por la noche. Solo hay una regla: no se puede emplear Internet, para asumir el reto en las mismas circunstancias que viviremos el día D, solo nuestros bagaje literario. Como siempre, nosotros publicaremos la solución del reto y la lista de acertantes el lunes.
Y nada más por hoy. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo
Una muralla de piedra, negruzca y alta rodea a Urbia. Esta muralla sigue a lo largo del camino real, limita el pueblo por el Norte y al llegar al río se tuerce, tropieza con la iglesia, a la que coge, dejando parte del ábside fuera de su recinto, y después escala una altura y envuelve la ciudad por el Sur.
Hay todavía, en los fosos, terrenos encharcados con hierbajos y espadañas, poternas llenas de hierros, garitas desmochadas, escalerillas musgosas, y alrededor, en los glacis, altas y románticas arboledas, malezas y boscajes y verdes praderas salpicadas de florecillas. Cerca, en la aguda colina a cuyo pie se sienta el pueblo, un castillo sombrío se oculta entre gigantescos olmos.
Desde el camino real, Urbia aparece como una agrupación de casas decrépitas, leprosas, inclinadas, con balcones corridos de madera y miradores que asoman por encima de la negra pared de piedra que las circunda.
Tiene Urbia una barriada vieja y otra nueva. La barriada vieja, la calle, como se le llama por antonomasia en vascuence, está formada, principalmente, por dos callejuelas estrechas, sinuosas y en cuesta que se unen en la plaza.
El pueblo viejo, desde la carretera, traza una línea quebrada de tejados torcidos y mugrientos, que va descendiendo desde el Castillo hasta el río. Las casas, encaramadas en la cintura de piedra de la ciudad, parece a primera vista que se encuentran en una posición estrecha é incómoda, pero no es así, sino todo lo contrario, porque, entre el pie de las casas y los muros fortificados, existe un gran espacio ocupado por una serie de magníficas huertas. Tales huertas, protegidas de los vientos fríos, son excelentes. En ellas se pueden cultivar plantas de zona cálida como naranjos y limoneros.
La muralla, por la parte interior que da a las huertas, tiene un camino formado por grandes losas, especie de acera de un metro de ancho con su barandado de hierro.
En los intersticios de estas losas viejas, y desgastadas por las lluvias, crecen la venenosa cicuta y el beleño; junto a las paredes brillan, en la primavera, las flores amarillentas del diente del león y del verbasco, los gladiolos de hermoso color carmesí y las digitales purpúreas. Otros muchos hierbajos, mezclados con ortigas y amapolas, se extienden por la muralla y adornan con su verdura y con sus constelaciones de flores pequeñas y simples las almenas, las aspilleras y los matacanes.