Ya estamos a 13 de mayo y eso quiere decir que el día D está a menos de seis semanas. Comienza hoy una nueva semana de intenso trabajo y para nosotros lo hace con la publicación del ¡Ponte a prueba!, el acertijo con el que desde 2015 acompañamos a las valientes y afanosas personas que preparan la siempre difícil prueba de comentario de texto de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
Ya indicábamos el viernes que el texto elegido era una obra importante de retener en nuestra memoria, ya que en los últimos treinta años ha aparecido al menos dos veces que recordemos en la convocatoria de oposiciones, la última en Galicia en 2022. Su autor, además, ha aparecido con asiduidad en este periodo con otras obras (tanto mayores como menores), por lo que debe ser revisitado de forma rutinaria.
Como siempre, los seguidores de nuestro reto han mostrado su competencia literaria reconociendo obra y autoría. Y así, Lidia Parra González señala con acierto su autor, Sara Piélagos Martín indica también la obra y su uso en clase (efectivamente es magnífica para enseñar la descripción) y San BG y Lydia P García hacen pleno, pues señalan incluso la situación funcional del fragmento dentro de la obra, mostrando su dominio de la misma. ¡Enhorabuena a todas ellas y ojalá que el día D tengan la misma suerte!
Y es que, efectivamente, se trataba de la descripción de Urbia, prólogo de Zalacaín el aventurero (1908) de Pío Baroja (1872-1956), una obra que debemos conocer pues en los años ochenta era lectura obligatoria en el antiguo BUP y sigue en catálogo en las editoriales juveniles. Eso hace que muchísimos profesores (nacidos en los años sesenta y posteriores) la conozcan, lo que explica que haya aparecido en las oposiciones como forma de detectar, justamente, el grado de dominio de la misma por parte de los aspirantes. Tampoco debemos olvidar que la obra del 98 en general está apareciendo con profusión en las convocatorias de los últimos años.
Y nada más por hoy. Mañana volveremos con nuestro artículo de fondo. Saludos y ánimo. ¡A por la plaza!
Desde el camino real, Urbia aparece como una agrupación de casas decrépitas, leprosas, inclinadas, con balcones corridos de madera y miradores que asoman por encima de la negra pared de piedra que las circunda.
Tiene Urbia una barriada vieja y otra nueva. La barriada vieja, la calle, como se le llama por antonomasia en vascuence, está formada, principalmente, por dos callejuelas estrechas, sinuosas y en cuesta que se unen en la plaza.
El pueblo viejo, desde la carretera, traza una línea quebrada de tejados torcidos y mugrientos, que va descendiendo desde el Castillo hasta el río. Las casas, encaramadas en la cintura de piedra de la ciudad, parece a primera vista que se encuentran en una posición estrecha é incómoda, pero no es así, sino todo lo contrario, porque, entre el pie de las casas y los muros fortificados, existe un gran espacio ocupado por una serie de magníficas huertas. Tales huertas, protegidas de los vientos fríos, son excelentes. En ellas se pueden cultivar plantas de zona cálida como naranjos y limoneros.
La muralla, por la parte interior que da a las huertas, tiene un camino formado por grandes losas, especie de acera de un metro de ancho con su barandado de hierro.
En los intersticios de estas losas viejas, y desgastadas por las lluvias, crecen la venenosa cicuta y el beleño; junto a las paredes brillan, en la primavera, las flores amarillentas del diente del león y del verbasco, los gladiolos de hermoso color carmesí y las digitales purpúreas. Otros muchos hierbajos, mezclados con ortigas y amapolas, se extienden por la muralla y adornan con su verdura y con sus constelaciones de flores pequeñas y simples las almenas, las aspilleras y los matacanes.