Ya se conocen los resultados de algunas oposiciones de este 2024. En esta página iremos incorporando los nombres y testimonios de aquellas personas que nos den permiso para difundir su éxito. En la Comunidad Autónoma del País Vasco han obtenido este año plaza tres personas de entre las que siguieron nuestros cursos, lo que supone el 75%: Irune Barañano Las Santas, Beatriz Medrano Gutiérrez y Maialen Lázaro Domínguez. En Cataluña, la ha obtenido una sola persona: Anna Martínez Kansky. Aquí debajo van algunos testimonios.
Irune Barañano Las Santas (País Vasco): De cómo pasé de programar equipos de control eólico a ser número 1 en mi tribunal de Lengua Castellana y Literatura
Todavía no he asimilado que hoy sea yo la que escribe este testimonio, esos que tanto me han motivado durante dos años. Como me decía Eduardo, “tú también escribirás el tuyo”, y en efecto aquí estoy.
De como pasé de programar equipos de control eólico a ser número 1 en mi tribunal de Lengua Castellana y Literatura
Mi andadura con las oposiciones ha sido bastante peculiar, teniendo en cuenta que soy Ingeniera de Telecomunicaciones. Tras más de diez años programando equipos de control eólico, en 2019 decidí apuntarme al máster del profesorado. Era una rama que cada vez me interesaba más y que me iba a permitir disfrutar más de mi familia. Como no quedaban plazas en el máster de Matemáticas, lo hice en la especialidad de Música porque contaba con el título profesional de piano. Y así, me vi en enero de 2020 con el máster terminado «por lo que pudiera pasar». Cuando un par de amigas se sacaron la plaza en verano de 2021, comencé a pensar seriamente en presentarme yo también a las próximas. Pero tenía un problema: a pesar de tener el requisito del título de C1 de euskera, me daba mucho respeto dar clases y utilizar el lenguaje técnico que requeriría cualquier materia ligada a mi titulación. Fue entonces cuando un amigo me dijo «pues como no te apuntes a Lengua…». Y medio en broma medio en serio pensé… «¿y por qué no?». Al fin y al cabo, en el colegio era una asignatura que me encantaba… Y así fue como empecé a informarme de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
Cómo descubrí a Eduardo y www.opolengua.com
Investigando sobre cuándo sería la siguiente convocatoria, me encontré con un artículo del blog de Eduardo titulado Están garantizadas las oposiciones en 2023. Desde el primer momento, me enganchó su manera directa de expresarse y la seguridad con la que afirmaba lo que yo en ese momento más deseaba leer: que habría oposiciones en 2023. Tras hablarlo con mi marido, empecé a buscar preparadores en Internet. Tenía claro que, trabajando y con tres niños pequeños, era imposible que pudiera conseguir la plaza sin ayuda, más cuando no tocaba la Lengua desde Selectividad.
Opté inicialmente por preparadores de pago mensual porque no tenía totalmente claro mi compromiso
Contacté la primera vez con Eduardo en septiembre de 2021. Me envió la lista de lecturas básicas y me hundí al comprobar que solo tenía leída una obra… Ese hecho, unido a que debía pagar todo el curso de una vez y a que yo no tenía muy claro si esa locura de opositar a Lengua iba a ser pasajera, me hizo optar por otros preparadores que ofrecían pago mensual.
Por qué me decidí por Eduardo
En diciembre de 2021 salió el borrador del nuevo decreto que a tantas personas descolocó: desaparecería la prueba práctica, no habría programación y el examen sería únicamente teórico. En aquel momento, decidí dejar a los preparadores con quienes llevaba tres meses y volví a llamar a Eduardo, que había preparado un curso para quienes, como yo, nos encontrábamos perdidos ante la incertidumbre del nuevo escenario.
El Método de Estudio Opolengua y sus virtudes
En menos de una semana me encontraba con el temario en mi casa y todo el kit que él recomendaba en su método: las hojas cuadriculadas, el cronómetro, etc. Siempre me ha gustado estudiar y el hecho de tener un plan lo facilitaba todo. Comencé a seguir su hoja de control (HC) a rajatabla, soy una persona muy metódica y conecté enseguida con la forma de trabajar de Eduardo. Lo único que no podía cumplir era el día de descanso (no me lo podía permitir dado el poco tiempo que sacaba entre semana). Con el paso de los meses, mi ritmo de estudio era muy bueno y me resultaba muy fácil memorizar las ideas de sus temas por cómo se iban entrelazando.
Cómo personalicé el Método de Estudio Opolengua
Pero, cuando llegó la Semana Santa de 2022, tuve mi primera crisis al sentir que se me estaban olvidando los primeros temas. Para mayor seguridad, comencé a adaptar el método y a repasar en alto los temas completos y no solo las ideas clave. Comencé a grabarme los temas y a escucharlos en el coche, los repetía mientras hacía cosas por casa o iba por la calle, como si fuera rezando… y reconduje la situación.
Mis crisis personales durante la preparación y el papel de Eduardo
Por supuesto, esa crisis no fue la única en este proceso en el que me sentía tan sola. No porque mi familia no me apoyase (sin mi marido encargándose de los niños las tardes de los viernes y las mañanas del fin de semana no habría podido conseguirlo), sino porque nadie sabía realmente lo que pasaba por mi cabeza, la culpa por estar ausente, las dudas sobre si estaba haciendo lo correcto, el miedo de fallarles a todos con un mal resultado, la presión de que cada vez más gente sabía en qué andaba metida y se acabarían enterando de si me salía mal… En todas estas crisis, Eduardo me tranquilizó y me dio mi espacio a partes iguales. Bien por correo, por teléfono o por audio de WhatsApp, cada vez que hablaba con él salía reconfortada y convencida de que sí, de que esta locura tenía sentido. Y además, siempre me hacía reír con su sentido del humor.
¡El día D saqué un 10 y un 9,85 en los temas!
Y así, llegué al día D con treinta temas estudiados, muy pocos (poquísimos) comentarios hechos y la sensación de que no había aprovechado todo lo que Eduardo había puesto a mi disposición. Me presenté a las dos vías, no perdía nada. En el teórico del examen ordinario me salieron dos de las cuatro bolas. Escogí el tema 49, y el resultado fue buenísimo: un 9,85. En el examen de estabilización, de cinco bolas, me sabía cuatro… ¡Me sentía en una nube! Escogí el tema 43, y el resultado fue inmejorable: un 10.
Cómo sobreviví al examen práctico
Por la tarde, en el examen práctico, nos encontramos con un examen irrealizable en dos horas: un poema para comentario literario, un texto de opinión para comentario lingüístico, un análisis sintáctico y una situación de aula. Por suerte o por desgracia, esa sensación de enfrentarme a un examen imposible me era muy conocida de mi época universitaria: no había tiempo para agobiarse, tenía que sobrevivir. Sintiendo no poder seguir los consejos de Eduardo y sus porcentajes de tiempo dedicados a la lectura, me dije a mí misma “lo que yo lea no lo van a corregir, solo lo que quede en el papel”, así que comencé a escribir casi sin leer, comentando en caliente según leía. Fue un examen totalmente imposible de hacer bien en el tiempo que dieron, pero conseguí acabarlo y nuevamente el resultado fue buenísimo: un 8. Las defensas orales también me fueron muy bien: 9,872 en la ordinaria y un 7,98 en la de estabilización.
Resultado final: Número 1 del tribunal y número 3 de mi comunidad
Resultado final: en el proceso ordinario, he sido la primera de mi tribunal y tercera de mi comunidad, y en el de estabilización, la tercera de mi tribunal y sexta de mi comunidad. Todavía no han salido las puntuaciones de la fase de concurso (al no tener experiencia docente bajaré puestos), pero la plaza está asegurada porque hemos aprobado menos personas que número de plazas en la vía ordinaria.
¡En septiembre estaré dando clase de Lengua Castellana y Literatura!
Aún me cuesta creerlo: en septiembre estaré dando clase. El sacrificio ha tenido su recompensa. Y todo esto habría sido imposible sin el apoyo y el entusiasmo de Eduardo. Así que animo a todos los que estéis en el camino a no ceder ante los temores y a seguir estudiando. ¡Un abrazo!
Beatriz Medrano (País Vasco): “Un sueño hecho realidad”
Ser profesora de Lengua Castellana y Literatura: una vocación
Mi nombre es Beatriz. Soy licenciada en Filología Inglesa y diplomada en Magisterio. Mi vocación por la enseñanza siempre la he tenido muy clara y durante el Bachillerato mi asignatura favorita fue la Literatura Española.
Tras veinte años trabajando como profesora de Inglés en un colegio concertado, me ofrecieron dar clase de Lengua además de Inglés y empecé a dar clases en 3º y 4º de ESO. Allí me di cuenta de que se podían hacer situaciones de aprendizaje muy bonitas, por ejemplo, de poesía. Vi que disfrutaba, sin duda, en mis clases de Lengua Castellana y Literatura.
El colegio donde llevaba tantos años trabajando y con un puesto fijo, debido a la baja natalidad, empezó a sufrir crisis de matriculación y viendo que mi cómoda estabilidad laboral corría peligro, decidí que una posible salida estaba en las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
Tenía claro que una oposición es un proceso largo y que exige una gran dedicación. Yo no tenía tiempo, apenas un año y sabía que sin una guía sería misión imposible.
Mi satisfacción con Eduardo y con Opolengua
En el verano del curso 22-23 había rumores de convocatoria de oposiciones en el País Vasco y empecé a buscar un preparador de Lengua. Visité academias, pero no me llegaron a convencer. En mi búsqueda tuve la suerte de leer www.opolengua.com, la página de Eduardo y le escribí para informarme de su trabajo como preparador de Lengua. Lo más sorprendente es que en pleno agosto, Eduardo me respondía casi semanalmente a todas mis dudas, que eran muchas, ya que al no ser de Hispánicas, me parecía un gran reto. Sin olvidar la falta de tiempo derivada de mis obligaciones familiares (dos niños) más un trabajo a jornada completa.
Eduardo me demostró interés por su trabajo y seriedad , ya que en pleno verano me animó y me explicó su manera de ayudar y trabajar con los opositores. Todo lo que me prometía de sus cursos se ha cumplido. Me matriculé en octubre del 22 en el Curso Total y en octubre del 23 me presenté a la oposición con la seguridad de que mi preparación era buena .Sin duda mucho mejor que si no hubiera seguido el curso de OPOLENGUA.
Lo más duro para mí ha sido la falta de tiempo para preparar las oposiciones
Lo más duro para mí ha sido la falta de tiempo para preparar unos exámenes en los que yo creía que podía defenderme, pero no en tan pocos meses. Sin embargo, tanto los apuntes facilitados por Eduardo y personalizados por mí (como él me recomendaba en los exámenes de ensayo) y la gran ayuda prestada al corregirme de forma personalizada los comentarios de texto, me han llevado sin duda a alcanzar la plaza.
La preparación me ha servido para ser mejor profesora
En este año de preparación he aprendido mucho, incluso si no hubiera logrado la plaza, tras este año estoy segura de que la calidad de mis clases ha mejorado. Y eso es algo que te da confianza en tu día a día.
La profesionalidad de Eduardo ha estado a la altura de mis necesidades en todo momento
Opolengua me ha guiado y me ha animado hasta el final. Creo que es un proceso donde te asaltan miles de dudas a las que Eduardo me ha respondido siempre. El hecho de ser una formación on line, me generaba desconfianza y, sin embargo, he comprobado que la profesionalidad de Eduardo ha estado a la altura de mis necesidades en todo momento. Por ello, aprovecho este testimonio para darle las gracias de corazón, una vez más.
La recompensa final es un sueño hecho realidad
Animo a toda persona que esté pensando enfrentarse a una oposición a confíar en OPOLENGUA. Para mí, lo más importante es tener clara nuestra vocación de profesores, porque cuando algo te gusta de verdad se puede llegar a disfrutar, incluso bajo la presión de una preparación a la que yo he denominado express. Una misma se va autoanimando viendo como poco a poco se va mejorando en la técnica de los comentarios de texto. La recompensa final es muy grande, es un sueño hecho realidad.
Anna Martínez (Cataluña, 2024): “De periodista de una agencia de comunicación a profesora de Lengua Castellana y Literatura”
2019: Abro mi restaurante
En 2019 decidí dejar mi vida en Madrid, mi trabajo indefinido como periodista en una agencia de comunicación, en la que trabajaba para grandes multinacionales tecnológicas, y embarcarme en una aventura con la que siempre había soñado: abrir mi propio restaurante en Alicante. Tras meses de reformas, diseño de carta y demás, por fin pude abrir las puertas el 10 de enero de 2020. Parecía que todo estaba saliendo bien, hasta que tres meses después todos fuimos testigo de un acontecimiento mundial sin precedentes y mi perspectiva cambió al “todo va a salir regulinchi”.
La pandemia y sus consecuencias
En aquellos meses de confinamiento tuve mucho tiempo para pensar, para reformular el plan de negocio, para reestructurar mi vida y no salir perdiendo. Por suerte, ese verano fue inmejorable, recuperé la inversión en una temporada sin un día de descanso. En octubre, cuando decidí cerrar por vacaciones, recordé la sensación que había tenido meses atrás y en vez de realizar ningún gran viaje, intenté descubrir en mi interior cuál sería mi próximo paso.
«Decidí que ser profesora podría ser una buenísima idea»
Mis cálculos estaban hechos: los dos años de contrato de alquiler inicial podían ser más que suficientes para plantarme y dar un nuevo giro de timón. ¿Pero hacia dónde?
Había sido becaria, trabajadora por cuenta ajena y trabajadora por cuenta propia. Solo me quedaba probar el funcionariado. Entre todas las opciones, decidí que ser profesora podría ser una buenísima idea, pero debía primero hacer un máster. Esa primavera hice la preinscripción en más de 15 universidades. Llegó el verano y en ninguna lista de preadmisión vi mi nombre: mi Licenciatura en Periodismo no me daba preferencia ante otra gente con perfil docente más definido.
Pero el 12 de septiembre recibí un correo: mi nombre estaba en la tercera lista de espera que la Universidad de Burgos había publicado. Tenía 24 horas para decidir si mi futuro pasaba por mudarme nuevamente. Con la excusa de que, al no conocer la cuidad, tenía todo por ofrecerme, hice las maletas. Fue un año sabático un tanto extraño, pero tuve tiempo de sobra para aprender, certificar los idiomas que dominaba (inglés y catalán), meditar sobre la profesión e incluso pensar en los próximos pasos que debía dar: sin duda, necesitaba la ayuda de un preparador y un buen temario. No ser filóloga podía pasarme factura si decidía prepararme unas oposiciones por mi cuenta y las del año 2023 parecían una buena opción.
Mi experiencia con Eduardo y Opolengua en el curso 2022-2023
Así es como conocí a Eduardo en el verano de 2022. Tras unos mails y alguna llamada, decidí que sería el mejor compañero de viaje, pues necesitaba a mi lado a alguien con mucha experiencia y un conocimiento sólido. No obstante, fui incapaz de seguir el curso por diversos motivos, como mi primera sustitución en Lleida en un Centro de Formación de Adultos que me hizo ver que aquella profesión podía ejercerla para el resto de mis días o la adjudicación de una vacante hasta fin de curso en el Valle de Arán como profesora de inglés, que hizo que aprendiese a programar una asignatura que jamás hubiese pensado dar, incluso a gestionar una tutoría. Así, llegué a junio con dos temas y una programación con muchos aspectos por mejorar: indudablemente suspendí.
Hacer el grado de Español
Con el verano nuevamente por delante, decidí esta vez no contar con la ayuda de Eduardo y tomar la vía larga: matricularme en el grado de Español. Tal vez, la opción de ser filóloga podría abrirme más puertas a largo plazo; mientras a corto, podría ir presentándome a las oposiciones que se convocasen preparándome los temas por mi cuenta, pues contaba con el valioso temario de Opolengua. Sin embargo, mi relación con Eduardo no acabó ahí. Seguimos intercambiando mensajes y correos.
Presentarme a las oposiciones de 2024
Volví con el inicio del curso al Valle de Arán y con el frío de los Pirineos llegó la convocatoria de oposiciones ordinarias de 2024, así que decidí apuntarme. Decidí, también, sacrificar mi vida social, pues debía prepararme las clases -de inglés-, seguir el ritmo de un grado universitario y, además, prepararme las oposiciones. Utilizo el verbo decidir con acierto, porque luchar por una plaza es una decisión personal, una decisión muy consciente y una decisión con la que se debe ser muy consecuente.
Volcarse en la oposición
Tuve muchas ganas de llorar, muchas veces. Conocí lo que era la ansiedad. Tuve pensamientos negativos, incluso había días que le ganaban a los positivos. Dije mil veces no: a una cerveza, a un fin de semana con mis amigas, a conciertos, a subir a Baqueira a esquiar. Dejé de ir a escalar y también de ir caminando al instituto: coger el coche suponía un ahorro de tiempo considerable. Tiempo que iba siempre a parar al mismo saco, al de la oposición.
La oposición este año se adelantaba los cálculos no fallaron, la primera prueba se realizaba a finales de abril. Intentaría llegar con el máximo de temas posibles, porque sabía que pasar la primera criba era crucial, tenía otras dotes comunicativas que podían ayudarme en la segunda prueba, llegado el caso.
Tribunal en Manresa
Me asignaron un tribunal en Manresa, así que fui el día anterior. Nada podía salir mal, llevaba muchos temas preparados entre el 1 y el 50, aproximadamente 35. No iba a tener tan mala suerte que de entre las 4 bolas saliesen todos del final. Además, había analizado minuciosamente todos los ejercicios prácticos que se habían puesto hasta el momento. Todos tenían un denominador común: la tipología textual; así que las estuve estudiando y pensando posibilidades para aplicar en el aula. Por otro lado, además llevaba conmigo un trébol de cuatro hojas, una estampita, un cuerno de la suerte, el anillo de “puta ama”, una medalla de la Virgen y el fin de semana anterior fui a ponerle una vela a Lourdes. Sin ser creyente, pero por si acaso debía comenzar a creer.
El día D y cómo sobreponerse a las circunstancias
Llegó el día y el momento, la primera prueba (el supuesto práctico) había sido pan comido, mis cálculos no habían fallado: los textos argumentativos en 1º de Bachillerato. Salí con muy buenas sensaciones. Aunque después, comiendo, empecé a analizar los posibles fallos que había cometido.
Así que no tenía mucho margen de maniobra, tenía que ir con todo en la siguiente. Saliese el tema que saliese, tenía que escribir dos horas, aunque no lo dominase. Llegado el momento, la presidenta apuntó los temas en la pizarra. ¡No me lo podía creer! Eran 38, 59, 60 y 67.
En ese momento no tuve mucha opción, así que mientras esperábamos que nos diesen la orden para poder comenzar a escribir, empecé a proyectar en mi cabeza la estrategia a seguir: visualicé todos los temas referentes a la lírica que dominaba (por supuesto, el 47) y, a partir de ahí, escribiría sin cesar. Y así hice. Posiblemente perdí tiempo en realizar un esquema sobre todo lo que quería abordar en aquellas páginas, pero una vez lo tuve claro, no dejé de escribir hasta que llené 12 carillas. Los simulacros habían tenido su sentido.
Mi contacto de aquellos días con Eduardo
Aquellos días estuve comentando el examen y mis respuestas con Eduardo. También le escribí dos semanas después: “¡¡¡Eduardo!!! Un 5,0036, ¿algún consejo para la defensa?”. Me dio la enhorabuena y muy buenos consejos.
Tras la defensa volvimos a hablar. Esta vez tuve sentimientos encontrados y sensaciones extrañas, pues las preguntas del tribunal habían sido un poco ambiguas. Eduardo me animó a ver el lado positivo, a seguir confiando. Así que con esa perspectiva preferí enfriar el proceso aquellos días y no pensar mucho en ello, al fin y al cabo, ya estaba todo hecho y solo quedaba la publicación final de las notas. Pero se le sumaba una presión extra: la mitad de la gente no se había presentado, por lo que aprobar con un 5 suponía obtener plaza. Calma. Calma. Y más calma.
Y por fin: ¡La plaza!
El domingo 26 de mayo le volví a escribir: “Eduardo!!! 6,5 ¡estoy dentro!”
La obtención de la plaza es todo el camino que te ha conducido hasta ella y toda la gente que te ha apoyado
Tal vez os haya resultado una historia larga y pesada, pero no quería dejarme aspectos importantes en el tintero, puesto que el proceso de oposición y la obtención de la plaza no es solo el momento en el que te comunican la nota, sino todo lo anterior, todo el camino que te ha llevado a lograrlo y toda la gente que te ha apoyado y animado en el camino.