Comenzamos una nueva semana de preparación. Ya llega la primavera, que en Andalucía siempre se adelanta a latitudes más al norte. El tiempo pasa inexorablemente y se acerca a ese 21 o 28 de junio que son las fechas más probables de celebración de las oposiciones de Lengua. Hoy es lunes y nuestra semana comienza, como siempre desde 2015, con la publicación de la solución y la lista de acertantes de nuestro ¡Ponte a prueba!, el simpático acertijo con el que acompañamos a las nobles y abnegadas personas que preparan la prueba de comentario de texto (la más temida) de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
Decíamos el viernes que era un texto que podría aparecer perfectamente en las oposiciones y, sobre todo, en las de Madrid, pues ya ha habido textos en los últimos años del mismo género discursivo y el autor del mismo también ha aparecido en Madrid y en otras comunidades porque es un clásico. Había además una pista en el texto (que también es algo que ha aparecido muchas veces en las oposiciones), pues el propio fragmento elegido incluía el título del mismo. Con todo esto, la respuesta de nuestras seguidoras ha sido brillante. Y así, nuestra seguidora destacada San BG daba con el género discursivo, Mariángeles Bermejo, Julia Pérez Pérez y nuestras seguidoras destacadas Lydia P García y Lidia Parra González señalan que es el dicurso de ingreso del autor en la RAE y Mamen Moreno, Sara Piélagos Martín (una clásica del ¡Ponte a prueba!), la fan emergente Carmen Gutiérrez Luque y la fan destacada Eva López Santuy incluso señalan el título de la obra. ¡Enhorabuena a todas ellas y ojalá que el día D tengan la misma suerte!
Y es que, efectivamente, se trataba de uno de los primeros párrafos de La sociedad presente como materia novelable, el famoso discurso de ingreso de Benito Pérez Galdós (1843-1920) en la RAE, leído el 7 de febrero de 1897, ocho años después del ingreso del literato en la Academia (que se produjo en 1889). En este discurso, Galdós señala la importancia de reflejar la vida y los caracteres humanos, y no solo sociales, en las novelas.
Y nada más por hoy. Nuestro recuerdo a las víctimas de Valencia y sus familiares. Saludos y ánimo.
Si por una parte mi incapacidad crítica y mi instintivo despego de toda erudición me imposibilitan para explanar ante vosotros un asunto de puras letras, por otra una ineludible ley de tradición y de costumbre ordena que estas páginas versen sobre la forma literaria que ha sido mi ocupación preferente, o más bien exclusiva, desde que caí en la tentación de escribir para el público. ¿Qué he de deciros de la Novela, sin apuntar alguna observación crítica sobre los ejemplos de este soberano arte en los tiempos pasados y presentes, de los grandes ingenios que lo cultivaron en España y fuera de ella, de su desarrollo en nuestros días, del inmenso favor alcanzado por este encantador género en Francia e Inglaterra, nacionalidades maestras en ésta como en otras cosas del humano saber? Imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos constituye y nos rodea, y el lenguaje, que es la marca de raza, y las viviendas, que son el signo de familia, y la vestidura, que diseña los últimos trazos externos de la personalidad: todo esto sin olvidar que debe existir perfecto fiel de balanza entre la exactitud y la belleza de la reproducción. Se puede tratar de la Novela de dos maneras: o estudiando la imagen representada por el artista, que es lo mismo que examinar cuantas novelas enriquecen la literatura de uno y otro país, o estudiar la vida misma, de donde el artista saca las ficciones que nos instruyen y embelesan. La sociedad presente como materia novelable, es el punto sobre el cual me propongo aventurar ante vosotros algunas opiniones. En vez de mirar a los libros y a sus autores inmediatos, miro al autor supremo que los inspira, por no decir que los engendra, y que después de la transmutación que la materia creada sufre en nuestras manos, vuelve a recogerla en las suyas para juzgarla; al autor inicial de la obra artística, el público, la grey humana, a quien no vacilo en llamar vulgo, dando a esta palabra la acepción de muchedumbre alineada en un nivel medio de ideas y sentimientos; al vulgo, sí, materia primera y última de toda labor artística, porque él, como humanidad, nos da las pasiones, los caracteres, el lenguaje, y después, como público, nos pide cuentas de aquellos elementos que nos ofreció para componer con materiales artísticos su propia imagen: de modo que empezando por ser nuestro modelo, acaba por ser nuestro juez.