Marta Rojas Fernández (Andalucía): ¡Claro que es posible!
Volver a España
Ocho años en París y una hija de apenas dos me hicieron añorar sin remedio mi sol de Sevilla, y ya no hubo vuelta atrás. Cuando decidí volver a España, tras seis años de experiencia creando contenido para una empresa demasiado grande, me hice la pregunta estrella de mi generación: “¿Y ahora, qué”?
“¿Y por qué no te haces profesora de Lengua y Literatura?”
“¿Y por qué no te haces profesora de Lengua y Literatura?”, me dijeron mis amigos de la facultad (de Periodismo). Y sembraron una semillita que, poco a poco, fue germinando en mi cabeza. Porque si hay algo que a mí me guste más que el pan francés y los croissants son las letras, en casi todas sus posibles combinaciones.
“La educación secundaria necesita a gente así de motivada”
Las primeras palabras inspiradoras vinieron de mi profesora-oráculo de la carrera, que también da clases en el MAES, al consultarle mis dudas: “Ve a por todas; la educación secundaria necesita a gente así de motivada”. Las palabras inspiradoras vendrían luego de más sitios, especialmente de Eduardo, pero vayamos por partes. Corría el año 2019. Tenía que apuntarme al MAES y así tendría dos años para prepararme las oposiciones. Mentalidad prepandemia, se entiende.
El MAES: todo un reto.
Con la inscripción al MAES comenzaron las dificultades: me rechazaron en la primera fase de inscripción por periodista. Reclamación y nuevo rechazo. Por periodista reincidente. Nuevo ruego-carta kilométrica en septiembre: la 33 en la lista de espera. Y mientras andaba ya destejiendo mi primera tanda de sueños me llamaron en octubre, a apenas tres días del inicio del máster. Venga, va, que me admiten, a pesar de mi tara periodística. Como para no aprovechar esa plaza milagrosa. ¿Para aprender también? Pues también. Porque este denostadísimo máster tiene algunos profesores (además de mi profesora-oráculo) que quieren enseñar, y unas prácticas como unos soles con unos profesorcillos adolescentes que te enseñan sin querer.
Marzo pandémico y distópico: ¿es posible sacarse la plaza en un año?
Luego llegó el marzo distópico que todos conocemos: aplaudimos en los balcones y se suspendieron las oposiciones. Y de nuevo el “ahora qué”, porque sacarme plaza en un año no formaba parte de mis planes… pero esperar a 2023 tampoco, especialmente teniendo en cuenta que, con la consabida tara periodística, no podía ser interina sin presentarme antes a unas oposiciones. Mientras preparaba el TFM buscaba febrilmente en Internet: “¿Es posible sacar plaza en un año?” Que sí, que sí, leía… Llamé a academias, online y presenciales: que sí, que sí, decían. Incluso me llamaron en varias ocasiones vodafonalmente, me ofrecían cursos, me mandaban temas modelo. Al leerlos, se me caía el alma a los pies. Porque sabía que en un año no podía prepararme mi propio temario… pero aquello…
Conversación con Eduardo: “¿puedo sacar la plaza en un año?
Entonces llegué a la página de Opohispania y al blog de Eduardo. Vi algunos vídeos. Y casi me conquistó. Pero no encontraba la respuesta a la pregunta. “¿Puedo sacar plaza en un año?”, le pregunté la primera vez que hablamos por teléfono. Más de media hora. Y no me decía que sí. Lo sé porque le formulé la pregunta de mil maneras distintas buscando el verbo rotundo. Pero él, venga subordinadas condicionales y concesivas. Hablaba de esfuerzo, de sacrificio, de entrega y de fe. Y me soltaba datos y porcentajes. Porque así es Eduardo, el profesor de lengua más matemático que conozco. “Estúdialo y si decides algo me llamas”. Pero yo ya lo había decidido.
“Mamá, te quiero aunque estudies”.
Cuando recibí el querido tema 47, sentí que había elegido el camino correcto. Me puse unas buenas botas, me abrigué bien y eché a andar. Muchos factores queridos y no queridos me han allanado el camino. Entre los no queridos, el coronavirus, con sus confinamientos, sus suspensiones de ferias de abril, sus anulaciones de vida social. Entre los queridos, mi francés cuidador y cocinero, mis padres y sus fines de semana dedicados a su nieta para que yo pudiera repasar, repasar y repasar… Mi hija y su elocuente frase de mayo: “Mamá, te quiero aunque estudies”. Y, por supuesto, el molino de mi defensa oral, en la que saqué un 10 redondo. Gracias, molino.
45 temas en junio. 9,6 de nota.
Pero el allanador primero y principal ha sido Eduardo y su método. Eduardo es pragmatismo e inspiración. Y hay que repetirlo mucho: pragmatismo e inspiración. Probablemente no sea el preparador ideal para todos los tipos de persona. Pero es el preparador ideal para el tipo de persona que soy yo. Yo hice mías sus máximas y sus hojas excel. Adopté su método de estudio y de repaso, que son, sencillamente la clave de todo. Y me dejé las pestañas. Llegué a junio con 45 temas, y el día D pude elegir entre cuatro. Saqué un 9,6.
Opolengua: Al pie del cañón
Siempre generosamente, Eduardo ha respondido a mis correos con dudas, que no han sido pocas, en lunes o en domingos. Y, si hace frío, lo llamas. Él, con su pragmatismo y su sensatez, va recogiendo tus retales de dudas, temores y desesperaciones y te arma un abrigo estupendo en un abrir y cerrar de ojos.
Número 7 de mi tribunal
Cuando me vi con la plaza número siete de mi tribunal, tuve que reconocer que siempre había ido a por ella. Aunque, como el protagonista de Miau, tratara de bajar a la tierra de cuando en cuando a repetirme a mí misma que probablemente no la consiguiera, que era muy difícil, que no tenía puntos de interinidad, que lo importante era estar en bolsa… Lo cierto es que íntimamente yo estaba yendo a por la plaza. Aunque intente esmerarme, el ejercicio de bajar a la tierra siempre me ha resultado complicado.
¡A por la plaza!
Si queréis ser profesores, confiad en Eduardo, haced caso a lo que os diga, responded a la excelencia y rigurosidad de su método con rigor y entusiasmo. A diez días del examen yo pensaba que, si no me salía bola, me tiraría trágicamente de los pelos pero en ningún caso tendría la sensación de haber malgastado el tiempo. A lo largo de este año, he descubierto autores y obras maravillosas que nunca habría leído, pero sobre todo he aprendido muchísimo. Con el temario, las correcciones, los vídeos y con los correos de Eduardo que, si se imprimen, son el tema 73. Si, además, tenéis suerte, habrá plaza. Si no, la plaza llegará tarde o temprano. Y, a pesar de los madrugones, las renuncias y la vida militar, todo habrá merecido la pena. Todo, como decía Pedro Salinas, está ahora mucho más claro:
Y ahora, aquí está frente a mí.
Tantas luchas que ha costado,
tantos afanes en vela,
tantos bordes de fracaso
junto a este esplendor sereno
ya son nada, se olvidaron.
(…)
Ahora solo espero estar a la altura de unos adolescentes que son cada vez más altos.
Patricia Bejarano Toro (número 2 de Madrid)
Querido Eduardo:
Como ya te he contado por teléfono y a través de mensajes, he aprobado la oposición con una nota fantástica y he sido la segunda de mi año de oposición, no puedo ser más dichosa y estar más agradecida por todo el trabajo que he hecho contigo.
Ya sabes que este año tomé la decisión de apuntarme al Curso Total en febrero tras unos meses complicados debidos a la pandemia y a mi situación laboral, a la que tardé tiempo en adaptarme por las dificultades del grupo del que fui tutora. En un momento determinado del curso tuve que parar y plantearme que no podía seguir con ese nivel de estrés y hacer algo para empezar a preparar la oposición. Fue entonces cuando decidí buscar a un preparador. Conocía tu blog y había consultado alguno de tus materiales en abierto años atrás y pensé en ti enseguida porque me parecía que tu trabajo era honesto y confiable.
Pasó una semana desde que tomé la decisión y empecé a trabajar en el curso. Esta era mi quinta convocatoria de oposiciones y las dos veces anteriores habían sido un desastre. Yo siempre había sido buena estudiante y había sacado muy buenas notas en toda mi trayectoria académica, por eso aquellos suspensos fueron dos jarros de agua fría para mí y me sumieron en una sensación de inseguridad que debía apagar.
Aunque empecé en febrero, el curso fue la mejor decisión relacionada con el proceso de oposiciones que he tomado en mi vida. Recuerdo esas llamadas en las que te hablaba de mis dudas, de mis dificultades para hacerme al método… Pero también recuerdo el orgullo y la satisfacción personal que sentí al terminar de estudiar el primer tema (¡el 47!) siguiendo el método y sentir que había aprendido tanto de mí misma, de mis límites y de la lírica renacentista. Recuerdo que cuando lo corregiste y me mandaste los resultados aprendí aún más de mis límites y de cómo mejorar para llegar a hacerlo perfecto.
Agradezco mucho que tu curso haya sido un faro que me ha guiado en muchos aspectos. A pesar de los años de preparación de la oposición, hasta que no empecé contigo no descubrí cosas obvias que proponías para el estudio y que fueron vitales para ir tranquila y muy bien preparada al día D.
La única decisión de la que me arrepiento es de no haber empezado antes contigo, porque sé que habría aprovechado mucho más todos tus materiales, que me resultaron de buenísima calidad, prácticos y muy útiles para el fin que buscaban: llegar a hacer un buen tema y un buen práctico. También sé que si hubiera empezado antes podría haber tenido la posibilidad de haber tenido más comentarios y temas corregidos, algo que creo que es fundamental para saber el estado de preparación de cada opositor.
Ha sido un año muy difícil para muchos docentes. El año del trabajo semipresencial, de las mascarillas, de las horas dedicadas a preparar clases presenciales y virtuales y del tiempo robado a la familia para estudiar, preparar comentarios, avanzar con la programación. Sin embargo, siento que todo ese sacrificio ha merecido la pena y que tras siete años en el camino de la oposición, finalmente este ha sido el que más y mejor preparada, guiada y acompañada iba. Gracias a ti.
El día D cayó mi bola e hice unos comentarios muy buenos siguiendo tu método de comentario. La suerte y la calma estaban de mi lado. Esperé a los resultados y fui la mejor de mi tribunal. Luego me centré en rematar una programación para la que también conté con tu ayuda y experiencia y, finalmente, preparé la defensa con compañeras de otras especialidades, lo que me hizo aprender otras perspectivas y me enriqueció mucho también. Hace unos días supe mi nota, la mejor de mi tribunal de nuevo; excelente. Ha salido la lista de aprobados de nuestra especialidad de este año y estoy entre las mejores y sé que es así gracias a muchas circunstancias que se han dado a lo largo de la preparación, gracias a la suerte y gracias a mi preparación. Un porcentaje alto de mi aprobado lo debo a tu preparación, pero también (y sobre todo) a tu confianza y a tu apoyo emocional, ese que me ha hecho sentir desde el primer día que podría lograrlo y que una plaza era para mí. Lo que me ayudó a retomar la confianza en mi trabajo y estudio.
Gracias, de corazón, maestro. Un abrazo fuerte,
Patricia.
Amparo Blanco Apellániz: “Prepararme con Eduardo es lo mejor que he hecho.”
Soy Amparo Blanco Apellániz. Llevo más de veinte años en la enseñanza. Tuve malas experiencias en la enseñanza concertada y privada y decidí prepararme las oposiciones. Me he presentado cinco veces. He ido a varias academias y tengo el temario de un par de ellas. Lo único que saqué de ellas fue confusión y agotamiento. Conocí Opolengua por recomedación de una opositora. Prepararme con Eduardo es lo mejor que he hecho. Me fue especialmente útil el temario, concreto y de gran calidad. El método de estudio que aprendí en Opolengua me ha servido para memorizar y no perder lo estudiado de una convocatoria a otra. Este punto ha sido fundamental, pues me ha dado confianza y ha reducido muchísimo el esfuerzo de un año a otro. Elegí el tema 51 (La lírica del Barroco) en la convocatoria de Madrid 2021 y he sacado un 9,68. También mejoré la calidad del examen práctico. He sacado 7, 75 en este apartado. He ganado la plaza con notas muy buenas. Estoy feliz y muy agradecida por la ayuda de Opolengua.”
Celia Doria Sevine (Navarra): “Vuestro sueño se cumplirá también”
¿Cuál es la huella que quiero dejar?
Siempre he querido ser profesora. Es algo que he tenido claro desde que era una niña. Por eso, cuando tuve que elegir, después del Bachillerato, la carrera que estudiaría, tuve claro que sería aquella que me apasionara y que me permitiera ser lo que quería. Estudié el doble grado de Filología Hispánica y Periodismo porque la lengua, las palabras y los libros eran lo que más me gustaba en el mundo. Sin embargo, y aunque tenía claro cuál debía ser mi camino, la vida me llevó por otros derroteros y mi grado de Periodismo me permitió trabajar en la radio, en la televisión y en una agencia de publicidad. Allí tenía la oportunidad de quedarme y desarrollar mi carrera, pero esa posibilidad me hizo preguntarme: ¿Qué quiero hacer con mi vida? ¿Ayudar a las empresas a lograr sus objetivos o contribuir a hacer una sociedad mejor a través de la educación? ¿Cuál es la huella que quiero dejar?
La vida me pone en mi sitio
Sabía que ser profesora era algo más que preparar exámenes, explicar contenidos y poner notas. Sabía que implicaba formar personas, crear a los adultos del futuro y moldearlos y eso era lo que quería. La pandemia, aunque yo siempre he pensado que fue la vida misma, me puso en mi sitio y en verano de 2020 me despidieron de la agencia de comunicación. Afortunadamente, me había inscrito “para probar suerte” en las oposiciones, que se retrasaron debido a la crisis sanitaria por lo que me dediqué, desde septiembre, a estudiarlas, sabiendo que iba a ser un camino duro y, la verdad, sin grandes pretensiones. Quería vivir la experiencia y hacer el examen, pues lo cierto es que pensaba que la plaza estaba muy muy lejos de mi alcance y que esta era un premio reservado para las personas con más experiencia, más idiomas y más formación que yo.
La oportunidad de la pandemia
En cualquier caso, la pandemia también había hecho que las personas inscritas en la oposición también pudiéramos trabajar durante el curso de 2020-2021 y, a finales de septiembre, me ofrecieron una vacante de media jornada hasta junio y, sin dudarlo, decidí compaginarla con el estudio. También me di cuenta, en ese momento, de que necesitaría un preparador ya que no tenía ni idea del proceso de selección en el que me encontraba inmersa: tenía que confeccionar la programación didáctica, estudiar los temas y preparar el ejercicio práctico. Y todo eso en apenas nueve meses. Recordé que una compañera me había hablado maravillas de Eduardo y de Opolengua: “es garantía de éxito” me dijo.
Opolengua: “es garantía de éxito” me dijo.
En seguida lo llamé, me explicó el proceso y su método y decidí embarcarme en la aventura, indicándole que mi objetivo no era sacar la plaza, pues lo veía dificilísimo, sino, simplemente, presentarme y tratar de hacer un buen examen. Así inicié esta travesía que se ha convertido en una de las más interesantes de mi vida.
Paso a paso. Sin pausa.
Conforme pasaron los meses, fui acumulando temas en mi cabeza, construyendo mi programación didáctica y perfeccionando mis comentarios de texto. Teniendo a Eduardo como gurú a lo largo de todo el proceso, fui recorriendo este camino lenta pero segura, afianzando cada paso y progresando cada semana que pasaba. Los materiales que me proporcionó la plataforma de Opolengua eran fiables y completos, los tutoriales de los ejercicios prácticos exhaustivos y, respecto a la programación didáctica, sé a ciencia cierta que me habría sido imposible realizarla sin la ayuda de Eduardo.
Estos meses han sido los más productivos e intensos que he vivido nunca
A lo largo de estos meses, ha sido muy duro dedicar tanto tiempo a estudiar y, aunque la pandemia lo ha puesto algo más fácil, ver cómo mis amigos o mi pareja hacían planes en los que no podía participar ha sido algo complicado. Sin embargo, puedo decir que estos casi nueve meses han sido los más productivos e intensos que he vivido nunca. Me he convertido en una experta en mi especialidad y he aprendido muchísimo, no solo los contenidos de la oposición, sino otras lecciones como son la paciencia, la perseverancia y el lidiar con la presión.
26 de julio de 2021: la plaza
El 26 de julio confirmé que había obtenido la plaza y aún no me lo creo, pero cuando recuerdo que el 1 de septiembre empezaré un nuevo curso, tengo mariposillas en el estómago porque mi sueño se ha cumplido y el vuestro, con ayuda de Eduardo, seguro que también.
Carta de Leopoldo Gálvez Jiménez (Andalucía): determinación y fortaleza en las oposiciones y en la vida.
Estimado Eduardo:
Este año he experimentado la enorme satisfacción de superar el proceso selectivo para profesores de enseñanza secundaria en Andalucía.
El difícil inicio en la docencia: la educación concertada
Mi andadura por la docencia comenzó en 1996 cuando un colegio concertado de El Puerto de Santa María me contrató como docente de Lengua Castellana. Tras dos años de trabajo en el centro, la dirección me comunicó que no seguiría contando conmigo (poco después supe que se debía a una “estrategia” económica, pues de ese modo el centro volvería a contratar a otro profesor en primer contrato, lo que le suponía alguna bonificación). Tras este inesperado despido, seguí buscando trabajo en la docencia, pero la experiencia adquirida resultó ser un lastre y no un valor añadido, ya que la mayor parte de los centros educativos seguían el mismo camino y contratarme significaba no obtener la bonificación citada.
Primer contacto con las oposiciones. Año 2000. Enormes irregularidades
No recuerdo el año que tuve el primer contacto con las oposiciones a Secundaria, pero creo recordar que fue en el 2000. En aquella ocasión me presenté con un temario que me prestó una antigua compañera de facultad. Dicho temario incluía los temas sobre la LOGSE y el temario general. Lo cierto es que aquella experiencia fue verdaderamente desoladora. El proceso me pareció tercermundista: nadie comprobó mi identidad; conservé junto a mí mis pertenencias durante todo el tiempo que duró la prueba, al no haber suficiente sitio en las aulas en que se celebraron las pruebas (Telegrafía sin hilos, en Cádiz), me ubicaron en el pasillo del instituto y al final del mismo colocaron una mesa y un montón de folios con un sello al lado, alguien (supongo que un miembro del Tribunal) nos dijo que cogiéramos los folios que necesitáramos y los sellásemos nosotros mismos…
El duro mercado laboral docente
Como puedes ver, mi desilusión y desconfianza ante el proceso fueron enormes en esta primera toma de contacto con las oposiciones. Tras esta triste experiencia, dejé de plantearme las oposiciones como una opción y me lancé al mercado laboral, de modo que durante casi veinte años he estado trabajando en la enseñanza en centros no reglados, es decir, academias, en las que los salarios y las condiciones de trabajo no son especialmente buenas.
Entrada en la educación pública: bolsa extraordinaria en 2019
Hace unos años, me enteré de la apertura de una bolsa extraordinaria y decidí inscribirme en la misma. Tras dos años en la bolsa sin ser llamado, por fin fui seleccionado en octubre de 2019 para cubrir una sustitución en una plaza compartida en Nerja, Torrox Costa y Cómpeta (Málaga).
Nuevo intento con las oposiciones: Opolengua
La sustitución hizo que me replantease nuevamente opositar y hablé con mi esposa del tema, decidimos buscar un preparador y hablando con diferentes personas se plantearon varias opciones, entre las que estabas tú. Tu proyecto, forma de trabajo y la conversación telefónica que mantuve contigo fueron las claves que me animaron a iniciar la preparación en Opolengua. En definitiva, recuperé (a los 46 años) la ilusión perdida por opositar y me puse manos a la obra.
Un camino duro
Este camino no ha sido sencillo. En diciembre de 2019, se terminó mi sustitución y comenzó una nueva en enero de 2020 en Cazalla de la Sierra (Sevilla). La estancia lejos del hogar familiar, me permitió disponer de más tiempo para la preparación de la oposición, pero los fines de semana no podía dedicar apenas tiempo a la misma, puesto que mis hijas demandaban mi presencia y tampoco me apetecía desaparecer encerrado en mi cuarto de estudio.
La llegada del confinamiento: desilusión y fuerza de voluntad
La llegada del confinamiento me hizo ver una oportunidad: más tiempo para prepararme, pero la realidad fue distinta debido a que la docencia telemática supuso una ampliación enorme de la “jornada laboral”. Además, comenzaron a correr rumores del aplazamiento de las oposiciones y, en cierto modo, me desmoralicé. No obstante, retomé con absoluta seriedad el estudio de la oposición cuando comenzó el curso 2020-21. A partir de ahí, dediqué todo el tiempo disponible a la preparación.
Mantener la esperanza es clave: Una plaza es tuya
Gracias a todo, he podido comprobar que prepararse una oposición es una auténtica montaña rusa de emociones, pues hay momentos de gran ilusión y momentos en los que lamentas haberte metido en semejante lío y piensas en tirar la toalla. Sin embargo, en esos momentos estabas tú con tus correos electrónicos, tus mensajes en el WhatsApp y alguna conversación telefónica, que han sido fundamentales para darme el ánimo a seguir adelante y ayudarme a visualizar que el objetivo era posible: “UNA PLAZA ES TUYA”. Pero he de decir que este objetivo sólo ha podido ser alcanzado gracias a dos factores: por un lado, el tiempo dedicado a la preparación y, por otro, a Opolengua, su equipo y su alma: Eduardo. Sé que sin vuestra magnífica y completísima preparación, sin vuestro apoyo y sin vuestro aliento hoy no disfrutaría de un verano de vacaciones, el primero en veinte años.
Espero de todo corazón que sigáis ayudando a otras personas a alcanzar esta bella meta en la vida y no me gustaría despedirme sin agradecerte una vez más el trabajo realizado. Yo puedo sentirme orgulloso de haber ganado mi plaza, pero sé que vuestra satisfacción es mayor todavía que la mía, me has demostrado tu preocupación permanente por tus alumnos y eso significa que mi alegría es también la tuya.
Muchísimas gracias por todo.
Una historia de pasión, esfuerzo y entusiasmo: Gema González Herrera (Andalucía).
Una docente vocacional
Me llamo Gema González Herrera y estudié Filología Hispánica porque así lo determinó el destino, cuando en lugar de empezar Medicina, me decanté por la carrera que resultó convertirse en mi pasión. Cada día que pasaba, cada materia que en aquellas aulas se impartía, iba despertando en mí esa docente en la que hoy por hoy me he convertido y a la que tanto queda por formar porque, como destacó Cotton Dana: » El que se atreve a enseñar, jamás debe dejar de aprender».
Mis primeros pasos como profesora
Nunca olvidaré la primera vez que pisé un aula como docente en un centro privado. Esos ojos observándome con detenimiento y esa enorme responsabilidad que te llena de orgullo al haberte brindado esa posibilidad de contribuir a su formación, hicieron que con determinación decidiera prepararme las oposiciones.
¡Opositar!
«¡Opositar!» Esta expresión cargada de incredulidad la escuché un millón de veces cuando expresé mi intención de realizarlas, ya que suponía sacrificar mucho y dejar tu vida de lado; pero ¡merece tanto la pena! Había que ponerse manos a la obra y hacer que los astros se alineasen para conseguir el objetivo y ello suponía apostar por lo seguro a pesar de las circunstancias: trabajar fuera de casa, dejar tu familia lejos, pocas horas de sueño, muchas de estudio y enormes cantidades de ilusión y optimismo.
Mi intenso camino a la plaza
Han sido unos meses intensos, de risas, llantos, entusiasmo, decepción y satisfacción; pero con la tranquilidad de saber que el éxito de conseguir la plaza dependería de mi organización y dedicación, ya que al elegir Opolengua sabía que este camino lo tenía medio recorrido.
Me siento enormemente afortunada, porque mi sueño se ha cumplido en tan solo unos meses y puedo decir que unos meses muy bien aprovechados y orientados por esta preparación que siempre está ahí, que se amolda a tus circunstancias y que te anima a seguir.
Las duras vivencias que me han hecho más fuerte
De este camino me quedo con esos lunes conduciendo en un mar de lágrimas al dejar a mi hija en casa para ir a trabajar fuera y encerrarme cada tarde a estudiar durante cinco largos días a la semana, esos momentos en los que decidía por un segundo dejarlo todo, esos contenidos que no conseguía retener en mi memoria, esos litros de café que me ayudaron a mantenerme despierta durante horas… Esas vivencias te hacen más fuerte, te ayudan a crecer, a descubrirte: te enseñan.
Mi mejor año
Ha sido mi mejor año a pesar de la pandemia, de los sacrificios, de las lágrimas, de esos cambios de humor, de frustraciones al no poder vivir momentos cruciales por perseguir mi sueño, pero es posible conseguirlo, se puede.
Gracias, gracias y gracias a Opolengua por ese espectacular material del que dispone, por esa profesionalidad, por transmitir entusiasmo y formar a docentes que sin duda llevaremos con orgullo esa labor tan importante.
La gran ilusión de comenzar un nuevo curso como funcionaria
Mi vida ha cambiado, me siento feliz y muy orgullosa de lo acontecido. Deseosa de comenzar un nuevo curso y disfrutar de mi profesión como funcionaria.
Eternamente agradecida.
José Gabriel Real Castro (Andalucía)
2008 Licenciado en Periodismo.
Me llamo José Gabriel Real. Pido disculpas por ello. Mis padres me pusieron un nombre de galán de telenovela venezolana, y yo cometí la temeridad de estudiar Periodismo en 2008. Como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, me especialicé en la materia con un master de Comunicación Política. Pensé que alguien tendría que escribirle los discursos a los políticos para que explicaran sus desmanes ante la crisis financiera y las corruptelas de sus partidos. El mercado laboral era desolador, así que emigré a Inglaterra cuando un amigo decidió volver a España para prepararse las oposiciones de Geografía e Historia. Ocupé su sitio en una casa a las afueras de Oxford. Después de dos años y pico trabajando en cafeterías, hoteles y cáterin, volví a la madre patria (lo siento, Yolanda).
¿Preparar oposiciones de Lengua Castellana y Literatura?
Tras varias entrevistas de trabajo fallidas, me empezó a rondar la idea de estudiar las oposiciones de Lengua y Literatura. Siempre me gustó esa asignatura. Nunca tuve faltas de ortografía en los dictados y de niño gané un concurso literario con una oda a mi pueblo. Como andaba un poco perdido, acometí una exhaustiva labor de investigación: escribí “oposiciones Lengua” en Google. Uno de los requisitos era tener el master de profesorado. Eso me desmotivó: estudiar otro master no entraba dentro de mis planes. Pero descubrí que podía cursarlo en Osuna, que está a veinte minutos de mi pueblo en coche. Mi ex pareja me dio el empujoncito definitivo para tomar este tortuoso camino. En ese momento supe que no había marcha atrás, que jamás tiraría la toalla e iría a por la plaza con todas mis fuerzas.
Elegir preparador: Eduardo López Prieto. Opolengua.
Una vez que terminé el master de profesorado, empecé a pensar en el siguiente paso: encontrar una academia de garantías. Le pedí consejo a José Manuel, un gran profesor de la Escuela Universitaria de Osuna que nos enseñó a diseñar la programación y las unidades didácticas. Me dijo que le habían hablado muy bien de Opolengua. El blog me causó una grata impresión. Parecía una empresa profesional, experimentada y muy preocupada por que sus alumnos consiguieran la ansiada plaza. Llamé a Eduardo a mediados de julio de 2019. Me resolvió todas las dudas y me envió el catálogo de los cursos a mi correo electrónico. Cuando me descargué ese documento, corroboré que estaba ante un preparador excelente. La oferta de cursos era amplísima.
Curso Total: tercera mejor nota de mi tribunal
Al no ser filólogo y tratarse de mis primeras oposiciones, contraté el Curso total 2020, que incluía el temario completo, tutoriales de todo tipo, simulacros de examen, comentarios de cada género literario y los cursos de la programación y las unidades didácticas. Si decides dedicarte a la enseñanza, te recomiendo encarecidamente los cursos de Eduardo. Su método es exigente, pero nada se consigue sin esfuerzo en esta vida. Con constancia y dedicación, la recompensa llega tarde o temprano. Aunque por las mañanas echaba una mano en la carnicería de mis padres, me propuse estudiar ocho horas al día durante seis días a la semana. El domingo, como Dios, descansaba. Al principio me frustraba cometer tantos fallos en los comentarios, la prueba más temida de las oposiciones. Pero Eduardo siempre estaba ahí para guiarme y animarme en los peores momentos, con su clásica coletilla “¡a por la plaza!”. Poco a poco empecé a reconocer diferentes rasgos en los comentarios. Eso me dio mucha confianza en mí mismo. Las correcciones que Eduardo te devuelve son muy completas. Señala los aciertos, los errores y las carencias con precisión quirúrgica. Como él dice: “no hay atajos; hay que estudiar, repasar y leer”. Si saqué la tercera mejor nota de mi tribunal en el primer examen fue, en buena medida, porque había leído varias obras de Baroja y poemas de Blas de Otero, dos de los autores que cayeron en esa prueba.
La pandemia y la tormenta perfecta: aplazamiento de las oposiciones
El año pasado, cuando llevaba veinte temas estudiados, llegó la pandemia del coronavirus como una maldición bíblica. Sufrí la tormenta perfecta. A ciertos problemas personales, se sumaron el confinamiento domiciliario del Estado de alarma y la incertidumbre de no saber si se cancelaría la convocatoria. No conseguía concentrarme; el tema 53 se me atragantaba. Y me espantaba la idea de estudiar un año más después de tanto esfuerzo. Pero todo llega… Se cumplieron los temidos presagios, y las oposiciones fueron aplazadas. Con un año por delante, me propuse llegar a junio de 2021 con la mitad del temario. Pero no lo conseguí. A finales de octubre entré a trabajar en la cooperativa de aceite de Villanueva de San Juan para cubrir una baja paternal. Tenía horario partido, así que estuve casi tres meses sin coger temas nuevos, aunque siempre encontraba un hueco para repasar un par de temas al día. El método de repasos de Eduardo te permite ganar un tiempo muy valioso durante el proceso de preparación. Otro motivo ineludible para que contrates sus cursos sin ambages. Llegué a finales de mayo con treinta y un temas estudiados. Las tres semanas que quedaban antes del Día D las dediqué a repasar y releer los comentarios que había resuelto durante todo el curso.
El día anterior al examen
El día antes del examen di un paseo por los Jardines de Murillo y visualicé mentalmente los pasos que debía seguir durante el examen. Por la noche, me puse a ver las arengas de Luis Aragonés a la selección española antes de la final de la Eurocopa de 2008: “Escúchenme, nos ha llegado el momento, nos han dado hostias de todos los colores. Vamos a demostrarlo ahí fuera”.
Tema 67
En el primer examen me cayeron tres de los temas que había estudiado. Elegí el tema 67, la narrativa hispanoamericana del siglo XX: saqué un 7,42 de media. En el examen oral, obtuve el cuarto puesto de mi tribunal, con un 7,92. No tenía puntos de experiencia docente. Pero contaba con los puntos de los cursos, el inglés y el master de comunicación, que por fin iba a servir de algo…
El éxito: la plaza
He conseguido la decimotercera plaza de las veinte que habían sido asignadas a mi tribunal. Hasta el presidente del tribunal me buscó en redes sociales para felicitarme. He tenido la inmensa suerte de contar con el apoyo incondicional de José y Remedios, los mejores padres que todo hijo opositor desearía tener. Mis amigos, dos de ellos docentes, también me animaron cada semana durante este formidable reto. Si te esfuerzas, resistes, estudias, lees, repasas y sigues los tutoriales, correcciones y consejos de Eduardo y Opolengua, puedes conseguir la plaza de profesor de Lengua y Literatura en el primer intento. Recuerda a Nelson Mandela recitando los versos de William Ernest Celley en la celda nº 5 de Robben Island: “Sometido a los golpes del destino mi cabeza está ensangrentada pero erguida. Más allá de este lugar de cólera y lágrimas donde yace el horror de la sombra, la amenaza de los años me encuentra, y me encontrará sin miedo. No me importa cuán estrecho sea el portal, cuán cargada de castigos la sentencia, soy el amo de mi destino: soy el capitán de mi alma”.
Mi llegada a Ítaca. Por Janira (Madrid)
Si estoy escribiendo este texto es porque he logrado mi sueño, mi personal llegada a Ítaca…¡He aprobado la oposición con plaza!
Echo la vista atrás y me veo a mí… tantas horas invertidas, tantos miedos por si fracasaba, por si había tomado la decisión correcta. Ahora sé que sí. Hice una apuesta muy arriesgada: dejarlo todo, empezar de cero e ir a por mi sueño. Sé que visto desde fuera parecía una locura y así me lo hizo saber mucha gente. ¿Cómo vas a dejar el despacho? ¡Y con contrato indefinido! ¿De qué vas a vivir? Y si no lo consigues, ¡no vas a tener nada! Y es que mi caso es algo distinto al habitual. Yo era abogada, pero sentía que esa profesión no me llenaba. Estaba inmersa en un bucle de abulia y pesimismo. Buscando nuevas motivaciones me matriculé en el Grado en Lengua y Literatura españolas y vi la luz, me encantó. Fue entonces cuando decidí dar un giro a mi vida y cambiar el rumbo. Me matriculé en el Máster de Formación del Profesorado y es cuando verdaderamente sentí que había encontrado mi vocación. Los dos meses de prácticas en el instituto fueron los más felices en años. Lo tenía claro, tenía que intentarlo. Por mi edad (28 en aquel entonces), no podía esperar mucho más: era ahora o nunca.
Una vez tomada la decisión de opositar, quería la mejor preparación. No tener terminada la carrera era una carencia importante y necesitaba encontrar una formación lo más completa posible. Es entonces cuando descubrí Opolengua. Su oferta se adaptaba perfectamente a mí, teniendo en cuenta que yo me iba a dedicar en exclusiva a preparar la oposición. Sabía que iba a ser duro y de hecho estos tres años son los que más he estudiado en mi vida y, de igual manera, los que mayores aprendizajes he realizado. Ahora me siento preparada y segura y sé que voy a ejercer mi profesión con solvencia. Por otro lado, he de reconocer que han sido años de muchas renuncias. He aplazado planes vitales que para mí eran muy importantes, como la maternidad. No he podido hacer otros muchos proyectos. Las vacaciones, siempre cortas; porque yo ya no podía permitirme más días y tenía que volver al estudio. Incluso en la luna de miel, mi marido me escuchaba con paciencia recitar los temas. Por suerte, tanto mi familia como mis amigos me apoyaron desde el principio y supieron tener paciencia y esperarme. Ahora que ya he vuelto es cuando me toca recompensárselo. En definitiva, ahora puedo decir que todo el sacrificio ha valido la pena. En ese sentido, ánimo a todo el mundo que está indeciso y no se atreve a dar el paso a que no tengan miedo y luchen por conseguir lo que realmente les hace felices.
Por último, me gustaría agradecer el apoyo que desde el principio tuve de mi preparador. Sé que el mío era un caso difícil y aún así aceptó prepararme, siempre creyó en mí y tuvo una palabra de ánimo, de aliento cuando lo necesité. Siempre lo he dicho: he sido muy feliz preparando las oposiciones con Opolengua. Una de las mejores decisiones que he tomado. ¡¡Gracias, Eduardo!!
Ahora empieza mi nueva vida y lo cierto es que solo pido una cosa: ¡¡Salud, salud, por favor!! ¡¡Solo quiero salud para poder disfrutarlo!!
Beatriz Bernal Calvo (Murcia)
Una profesora vocacional
Desde que tengo uso de razón he querido ser profesora. Desde bien pequeña sentaba a todas mis muñecas en la cama y les daba clase. Siempre me ha gustado leer y escribir, por lo que me decanté por hacer el Grado en Lengua y Literatura Españolas en la Universidad de Murcia. Cuando terminé en 2014 realicé el Máster de Formación del Profesorado, pero por desgracia en los años venideros no se convocaron oposiciones hasta 2018. Me tiré esos tres años en el limbo, en distintas academias, y tras suspender las oposiciones de 2018 supe que necesitaba un cambio. Necesitaba confiar plenamente en un método, en unos temas, en unas técnicas. Yo soy una persona muy cuadriculada y necesitaba algo que estuviera perfectamente organizado. Y aquí es donde entra Opohispania. Tras intercambiar unos correos con Eduardo, supe que ahí estaba aquello que yo buscaba. Y en verano de 2019 me matriculé.
Curso 2019-2020: comienza mi andadura
Comenzó el curso 2019-2020 y eché toda la carne en el asador. Poco a poco me fui haciendo al método de estudio y realizando los prácticos de las sesiones. Reconozco que no iba al día ni mucho menos, así que cuando me hartaba de estudiar temas, me ponía a hacer la programación. Y bendita la hora, porque gracias a eso este año tenía todo un trabajazo hecho. Eduardo me mandaba corregidos con rigor todos los apartados y generó en mí la confianza de llevar esa parte perfecta.
La tormenta perfecta
Y vino la pandemia. Y cancelaron las oposiciones. Y lo dejé TODO. Y cuando digo que lo dejé todo, es que cogí todo el material, todos los esquemas, todos los apuntes y los guardé en el altillo de mi estantería. Sé que muchos actuaron igual que yo, pero Opohispania no nos abandonó. Recibimos un email animándonos a continuar al curso siguiente y sin ningún coste adicional nos prolongaban el acceso a la plataforma y la resolución de dudas hasta el día D de 2021.
La crisis
Mi intención era ponerme de nuevo a estudiar en julio y aprovechar el verano para recuperar los meses perdidos, pero nada más lejos de la realidad, porque una importante enfermedad familiar volvió a paralizar mi ánimo. Y llegó septiembre, y empecé a trabajar. Y llegó octubre y me independicé. Era ya noviembre y aún tenía los temas guardados en el armario. Las cosas por casa ya estaban bien y mi vida parecía haberse asentado. Así que volví a contactar con Eduardo para decirle que volvía al redil.
La vuelta al estudio
Tras todas estas circunstancias mi calidad de estudio era pésima. Iba muy muy lenta y me desanimaba porque no avanzaba temas. Mi obsesión era sacar bola, porque sabía que, si salía tema, estaba dentro. Pero era febrero y llevaba ocho temas. ¡Ocho! Mi objetivo era ir al examen con 26 temas, sí o sí. No contemplaba otra cosa. ¿Imposible a falta de cuatro meses? No.
Un nuevo intento
El 18 de febrero volví a contactar con Eduardo, le conté mis inquietudes acerca de los temas y él me guio para optimizar mi tiempo reduciendo contenido y llevar 26 temas más que aceptables. Y este ha sido el éxito de mi plaza; de hecho, he sido la mejor nota en tema de mi tribunal. En Semana Santa me puse a ello, me planifiqué hasta el día D y estudié todos los días, todos. Algunos días más y otros menos, pero no había día que no hiciera algo. Y vaya si ha merecido la pena.
Las últimas dudas
Una semana antes del examen, sacaron los criterios de corrección de las pruebas, y me surgieron bastantes dudas. Así que me volví a poner en contacto con Eduardo. Me llamó y estuvimos hablando un rato a pesar de todo el lío que él llevaba dadas la fechas. Sus ánimos me tranquilizaron: todo estaba ya hecho, solo quedaba demostrar al tribunal que yo estaba preparada.
La llegada a puerto
Cuando salieron las notas y vi que había superado la primera prueba, no sabía si reír o llorar. Eran mis segundas oposiciones y sin apenas experiencia sabía que lograr la plaza era muy complejo. Pero estaba dentro. Por fin podía ponerme delante del tribunal y mostrarles lo mucho que me gusta esta profesión. Fui muy tranquila porque, como he dicho antes, el curso anterior Eduardo me había corregido la programación entera y me había asegurado que estaba muy bien. Y esa confianza es la que me dio el 10. Y ese 10 es el que me ha dado la plaza.
Una plaza también será tuya
Así que si me estás leyendo te animo a luchar, a confiar y tener fe. No mires la oposición como un examen, sino como un proceso de muchísimo aprendizaje, estudia con ilusión y con pasión, porque una plaza también será tuya.
Alba Cortés Bellido (Madrid): “Si yo he podido, ¡todo el mundo puede!”
Hola: me llamo Alba, soy de Zaragoza y ¡he sacado plaza en Madrid! Todavía no lo he asimilado y creo que me llevará un tiempo.
Una profesora vocacional
Mi gusto por las letras es hereditario. Mis padres estudiaron Filología Hispánica y ambos opositaron en otra época en la que todo este proceso era muy distinto. Por ello, he vivido de cerca la vida del profesor y desde pequeña supe que era lo que quería hacer.
La salida de España
Sin embargo, la situación en España no era la idónea para opositar cuando terminé el máster de ELE, por lo que decidí irme a vivir a París, donde he pasado siete maravillosos años compartiendo mi pasión por el español.
La vuelta a España
Cuando decidimos volver a España, hablé con mis compañeras del máster y me recomendaron a Eduardo. Viviendo en París era una muy buena opción y su material me pareció adecuado, así que me decidí a intentarlo. El primer año estuve compaginando mi trabajo y el estudio, pero llegó el covid y las oposiciones se anularon. Lo que me pareció en su momento una faena, me dio más tiempo para prepararme.
El duro estudio de las oposiciones
Una vez en España, me he dedicado por completo a estudiar, lo que resultó muy complicado, ya que he pasado muchas horas sola, con mis libros, dudas, inseguridades, etc. Me he repetido millones de veces durante este tiempo que yo iba a meter cabeza, a conseguir una buena posición, que no pasaba nada si no obtenía plaza, mientras que todo mi entorno confiaba más en mí que yo misma.
El apoyo de Opolengua
Durante el examen, traté de tener presente todo el tiempo los consejos y correcciones de Eduardo, no podía dejarme nada. Me sentí preparada y cómoda a pesar de los nervios y la presión. El método de Eduardo me gustó desde el principio, es muy riguroso, pero esa es la única manera de conseguir el objetivo. Sus correcciones siempre van más allá, haciendo que mejores poco a poco, hasta alcanzar un nivel óptimo para enfrentarte al examen del tipo que sea.
Conclusiones
En definitiva, ha sido un período muy duro, especialmente los tres últimos meses, pero la satisfacción de haber conseguido una plaza hace que todo eso quede atrás. El esfuerzo ha merecido la pena. El logro no solo ha sido mío, el apoyo de mis amigos, la ayuda de Eduardo, el cariño de mi familia y pareja, han sido una parte esencial del proceso.
Si yo he podido, ¡todo el mundo puede!
Gracias por todo,
Alba
Que trata de la venturosa historia de Cecilia López Muñoz (Andalucía 2021), hasta alcanzar el número uno de su tribunal
Me llamo Cecilia López Muñoz y mi experiencia como opositora este año la recordaré toda la vida. Quizá otras personas piensen que el azar es el único que decide en un proceso como este, pero como uno se tome las cosas es determinante para culminar el camino con éxito.
De Periodismo a Filología Hispánica
Yo empecé la casa por el tejado, es decir, estudié Periodismo (la licenciatura antigua) y después de trabajar unos años, me decidí a opositar en la enseñanza. Me apunté a una academia de prestigio en el sitio donde por entonces residía, Madrid, y me di cuenta enseguida de que necesitaba estudiar la carrera de Filología Hispánica. Después de graduarme, elaboré durante un año mis materiales para la encerrona: ese año había oposiciones, 2010. Aprobé en Andalucía sin plaza (solo bola) y comencé a trabajar de inmediato. Únicamente paré en el año 2013, en que no llamaron prácticamente a nadie de las bolsas. Ese año nació mi hijo pequeño.
La frustración de aprobar sin plaza
He preparado las oposiciones “a salto de mata” por multitud de problemas médicos y familiares. Hasta que llegó 2018. Pude escribir en la bola: 8,6. En los comentarios no me hicieron media. No puedo describir la impotencia que sentí en el momento teniendo en cuenta el esfuerzo que había hecho en las aulas con mi alumnado, pues lo mío es muy vocacional. Desde siempre he sido buena estudiante y he ayudado a otras personas dando clases particulares.
Elegir un preparador
En 2019 una compañera de departamento con la que coincidía en las guardias de biblioteca me habló de su experiencia con Eduardo. Hizo más que eso. Me dio la confianza que me hacía falta para pensar que necesitaba un preparador, pues realmente la experiencia de la que he hablado antes lo que hizo fue mostrarme las carencias que tenía. El comentario de texto era el auténtico escollo, a la vista de las temibles plantillas de corrección de las que todo el mundo habla. En el mes de julio de 2020 contacté con él y en agosto me puse a organizar el material para comenzar en septiembre de 2020, el día 1.
El durísimo curso 2020-2021
Pasé el primer trimestre dando clase en cinco segundos de ESO (150 alumnos) con la incertidumbre de lo que nos depararía la pandemia de la COVID y respetando escrupulosamente el plan de estudio y de repasos (he perdido la cuenta de la cantidad de fundillas de plástico que he utilizado este año): cada vez que el equipo de Opohispania me devolvía un comentario corregido era como esperar la nota del examen real. Se agradece la precisión y la premura con la que trabajan. Hasta aquello que no está bien visto te lo hacen saber con delicadeza y profesionalidad.
La importancia de las lecturas y de los comentarios
Por mi cuenta yo seguía haciendo comentarios de autores que me gustaban y seguía replicando el modelo. Creo que es importantísima la lectura de todo lo que aparece en el temario, aunque sea de forma tangencial.
La ansiedad aparece
A partir de diciembre comencé a tener problemas serios de ansiedad y tuve que disminuir el ritmo de estudio. Eduardo siempre está ahí para escuchar y me animó a seguir las horas que pudiese. En una proporción inversa al tiempo que quedaba para el día D, yo iba aprovechando las horas en las que me encontraba bien para hacer lo que otro aspirante a plaza podía hacer en una jornada de estudio completa.
El resultado: el éxito
La noche del sábado previa al examen escrito apenas dormí una hora y media. Aun así, no tenía sensación de sueño. Pude elegir entre tres bolas, escogí el tema 47 porque lo había preparado antes de mi particular bajada a los infiernos del estrés. Los textos de los comentarios los reconocí al momento. He sido la nota media más alta del comentario en mi tribunal. Sin duda, entrenar como se va a combatir, como dice siempre Eduardo, ha tenido su resultado.
Los nervios en la encerrona
En la encerrona me puse bastante nerviosa porque sabía que siendo la segunda nota más alta me jugaba una de las 19 plazas que habían asignado y ya no solo me conformaba con aprobar, quería poder tener un puesto alto en la lista general pensando, sobre todo, en la petición de destinos de años venideros.
La llegada a puerto: número uno de mi tribunal
El baremo de méritos me ayudó en la entrada a puerto. He acabado la número uno de mi tribunal y la 29 de toda Andalucía gracias al horizonte que me ha puesto en todo momento Eduardo y su equipo. No hay camino corto ni premio sin sufrimiento. Todo lo das por bueno cuando por fin sabes que no solo has aprobado, sino que vas preparado como un auténtico profesor de nivel. Creo que un detalle importante que no he comentado es mi edad: cumplo 48 años en octubre. Confirmo la regla de que nunca es tarde si la dicha es buena… y la preparación mejor.
Anna Pérez Berenguer (Cataluña)
Soy Anna Pérez Berenguer, tengo 33 años y soy licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid.
Una docente vocacional
Hace mucho tiempo que decidí que mi profesión sería la docencia. Lo he tenido bastante claro desde siempre, desde que de pequeña jugaba a ser maestra con las botellas de aceite que mi madre vendía en la tienda de ultramarinos que regentaba en un pueblecito de Lérida. Me imaginaba que esas botellas de cinco litros eran mis pupilos uniformados y les daba clase o les contaba cuentos del mismo modo que yo veía hacer a mis maestras en la guardería y en la escuela. Así que el ser maestra ha sido un deseo siempre presente que ha ido en aumento gracias a haber tenido muy buenos maestros y profesores a lo largo de mi escolarización.
Primera etapa: Mi formación universitaria en Lérida y Madrid.
Así pues, con la idea de ser profesora de Lengua casi desde siempre, las oposiciones no han sido más que un trámite que debía pasar para poder alcanzar mi objetivo.
Empecé Filología Hispánica en la universidad de mi ciudad, Lérida, pero para el segundo ciclo de la carrera decidí que tenía que cambiar de ciudad e irme un poco lejos de todo lo que conocía hasta el momento. Así que hice un traslado de expediente y me fui a Madrid sin saber siquiera cómo funcionaba el metro. Y fue un acierto en todos los sentidos. Crecí mucho a nivel personal y académico y me lo pasé muy bien, que para eso también está la universidad.
En la Complutense, las licenciaturas duraban un año más, así que en total estudié cinco años de Filología Hispánica.
Segunda etapa: Estados Unidos
Tras finalizar la carrera en 2011, estuve buscando la forma de trabajar un tiempo fuera de España y la flauta sonó cuando me concedieron una beca para ser asistente de español en una universidad estadounidense durante un curso entero. Esa fue mi primera experiencia real como docente y me gustó muchísimo.
Tras el curso 2011-2012 en Estados Unidos, regresé a una España en plena crisis. No tenía muchas ganas de ponerme de nuevo a estudiar, así que intenté buscar un trabajo pero no encontré nada. Ese período fue duro porque me di cuenta de que, a pesar de que yo había recorrido todo el camino que se supone que debía seguir -Bachillerato, universidad, experiencia en el extranjero… -, me estaba costando entrar en el mercado laboral.
Tercera etapa: Vuelta a España en plena crisis
Así que, como tenía algunos ahorros de mi etapa estadounidense, decidí seguir formándome al tiempo que seguía con la búsqueda de trabajo.
En ese momento, sin embargo, no me matriculé en el máster de profesorado sino en otro de teatro, que es algo que también me ha gustado mucho desde siempre. ¿Por qué no hice el máster que me hubiera llevado de forma más directa a poder ejercer como profesora? ¡Qué sé yo! Estaba cansada de seguir un camino medio impuesto y, además, la inversión me la pagaba yo. ¡Un pequeño acto de rebeldía!, quizá. Decidí, así pues, hacer lo que en aquel momento más me apetecía, que era estudiar teatro.
Como suele pasar con la mayoría de másteres, este prometía más de lo que acabó siendo. Pero algo aprendí y me lo pasé bien. Además, pude estar un año en Barcelona, aunque estuve viviendo con mis tíos por eso de ahorrar lo máximo posible.
Durante ese tiempo que hice el máster y tras acabarlo, tampoco encontré un trabajo serio. De modo que llegué al verano de 2013 en la misma situación en la que había estado el verano anterior, pero con el añadido de tener una sensación de estancamiento y una cierta desazón que no había sentido antes. España me parecía un país en el que no se podía hacer nada. Había que irse de nuevo.
Cuarta etapa: ¡funcionaria francesa!
Y ahí comenzó mi búsqueda de trabajo en otros países como Alemania y Francia. De alemán, tenía algunos conocimientos porque lo había estudiado durante la carrera; de francés, ¡no sabía nada!, así que mis tíos que viven en Francia me ayudaron con la redacción del currículum y la carta de motivación y estuve el mes de julio de 2013 viviendo con ellos para empaparme un poco de la lengua.
Finalmente, ¡¡volvió a sonar la flauta a finales de agosto de 2013!! Me contactaron de una academia francesa para dar clases de español como lengua extranjera. Eran pocas horas, pero era mejor que nada.
De 2013 a 2014 estuve trabajando en esa academia como profesora de español para extranjeros y conocí a personas que me informaron sobre la posibilidad de estudiar el máster de pedagogía en Francia y presentarme a las oposiciones para ser profesora en el país galo.
Los estudios universitarios son baratísimos en Francia, así que aproveché la oportunidad y al año siguiente me matriculé en la universidad al tiempo que seguía con las clases en la academia.
En mayo de 2015 me presenté a las oposiciones en Francia y las aprobé, de modo que en septiembre de ese mismo año me convertí en “fonctionnaire stagiaire”, es decir, funcionaria en prácticas.
Quinta etapa: un viejo amor de adolescencia y la nostalgia de la patria.
Y ahí estuve hasta enero del año pasado, justo antes de que empezara todo el barullo pandémico. Durante esos años, pasaron muchas cosas: inicié por fin mi vida como adulta, entré en el mercado laboral, empecé a pagar impuestos, tuve mi primera relación seria con convivencia incluida, rompí con la pareja de aquel entonces, me mudé de piso un par de veces, estuve trabajando en varios institutos, conocí a gente muy interesante, hice teatro, tuve la nostalgia del expatriado…y me reencontré con un viejo amor de adolescencia que acabaría siendo el amor de mi vida.
Y por amor a mi pareja y a mi familia y por nostalgia de mi país, llegó un momento en que tuve clarísimo que era tiempo de volver a mi patria querida, siempre agradecida por todo lo que Francia me ha enseñado y dado.
Para volver, era necesario tener un trabajo y eso pasaba por aprobar las oposiciones en España. Así que empecé a mover todos los papeles necesarios (excedencia en Francia, reconocimiento de títulos, traducciones oficiales…) para poder presentarme a las oposiciones de 2020 en Cataluña. También tuve claro desde el momento que tomé la decisión de regresar, que iba a necesitar orientación en la preparación de las oposiciones. Empecé con la búsqueda de un tutor adecuado a mi situación, es decir, un tutor en línea, ya que yo debía estar en Francia hasta enero de 2020.
Sexta etapa: Opolengua
Para mí, la decisión de contratar el asesoramiento de Eduardo fue clara tras varias búsquedas y comparaciones. Los testimonios de su página web eran auténticos y algunos habían vivido situaciones similares a la mía: expatriados con ganas de volver. Toda la información de la web era clara y bien organizada. Me resultó confiable desde el inicio, en ningún momento tuve la sensación de estar ante un vendehúmos. Y no me equivocaba.
Lo más duro que he tenido que superar para llegar a mi objetivo ha sido trabajar y estudiar al mismo tiempo. No es fácil llevar una jornada de trabajo y estudio simultáneamente, ¡y eso que yo no tenía responsabilidades mayores como pudieran ser hijos a cargo!
El tener un objetivo claro ha sido clave para no desfallecer. También el pensar que otras personas en una situación peor a la mía, estaban haciendo lo posible por aprobar. Pero la verdadera espuela ha sido pensar y saber que mi familia también estaba haciendo un esfuerzo para que yo sacara adelante este proyecto. Esto me ha dado mucha fuerza ya que no solo tenía que aprobar por mí, sino por todas las personas que me han acompañado con sus acciones y su paciencia desde la distancia y la ausencia en mi estudio. Y en ese grupo de personas, incluyo también a Eduardo.
Séptima etapa: La llegada a puerto: el triunfo y el agradecimiento
Lo más importante y bonito que he aprendido, no solo en la preparación de estas oposiciones, sino a lo largo del camino recorrido, es que el esfuerzo invertido siempre acaba siendo recompensado de un modo u otro y que uno nunca alcanza los objetivos en solitario, sino que hay un entorno que acompaña y permite que esos objetivos se hagan realidad. ¡El tópico americano del self-made man es una auténtica milonga!
En este sentido, la preparación con Opolengua ha sido clave en el éxito alcanzado porque no solo te orientan sobre el qué debes estudiar, sino también sobre el cómo. Y por si esto no fuera suficiente, Eduardo y su equipo siempre están a la escucha de los problemas o dificultades que puedan surgir en la travesía de cada opositor.
Los opositores que decidan acompañarse por Opolengua, verán colmadas sobradamente sus expectativas en cuanto a la preparación de cada una de las pruebas de la oposición y tendrán el apoyo moral necesario que este proyecto precisa.
Estoy convencida de que yo no estaría escribiendo hoy este texto si no fuera por la ayuda de Eduardo. Esa ayuda me ha permitido aprobar y, con ello, poder optar a un proyecto de vida estable cerca de los míos. Por ello, quiero agradecerte, Eduardo, tu esfuerzo en el acompañamiento realizado y animaros, futuros opositores, a dejaros guiar por un capitán que conoce bien los mares que deberéis surcar.
¡Ánimo, coraje y mucha suerte a todos!
Anna Pérez
La travesía de Fernando López Menéndez (Madrid, 2021) o de cómo aprovechar con valor las oportunidades que nos ofrece la vida.
México, mayo de 2020: el aplazamiento de las oposiciones me da una oportunidad
Era mayo o junio de 2020 cuando me enteré de que las oposiciones se aplazaban debido a la pandemia: serían en junio de 2021. Llevaba unos ocho años dando clases en una escuela en México y anteriormente había dado clases en España, siempre en el ámbito privado. En total era más de una década como profesor, en diferentes sitios en los que aprendí mucho, pero sin unas condiciones de trabajo realmente estables ni un sentido de pertenencia y afinidad como el que considero que puedo tener en un centro público. Cuando vi la noticia lo tuve claro: tenía que presentarme. A la decisión contribuyeron, probablemente, las alteraciones provocadas por la pandemia y la falta de expectativas laborales que en ese momento teníamos mi mujer y yo.
La necesidad de un preparador
Empecé a estudiar yo solo, pero pronto me di cuenta de que, para una apuesta como esa, a la que iba a dedicar mucho tiempo y esfuerzo, necesitaba un preparador. Aunque me había presentado una vez al examen, llevaba ya mucho tiempo desconectado (y olvidado) del funcionamiento de las oposiciones y todo lo que implican. Cuando di con el sitio de Opolengua y vi los cursos que ofrecía, me convenció que tenían un método de estudio, materiales de referencia, correcciones… Y todo ello de forma rigurosa. Empecé a convencerme, además, de que el objetivo tenía que ser la plaza, que era una oportunidad única.
Una mudanza de un continente a otro en plena pandemia y con un gato
El plan era quedarnos en México hasta el examen y después, si todo iba bien, hacer la mudanza. Sin embargo, a mi mujer le dieron una beca para una investigación en el Reino Unido, lo cual precipitó las cosas: nos marcharíamos en febrero. Si dicen que tres mudanzas equivalen a un incendio, lo mismo podría decirse de una sola mudanza si es de un continente a otro, en plena pandemia y con un gato. El cambio, evidentemente, me alteró un poco el ritmo de estudio, aunque para entonces ya había avanzado bastante con la programación didáctica, llevaba unos cuantos temas estudiados y tenía varios comentarios corregidos. Es una de las ventajas de la forma de trabajo de Eduardo, que vas avanzando simultáneamente en los diferentes aspectos de la oposición.
Estudiar la carrera de Filología de nuevo
Durante el estudio, les decía a mis amigos que tenía la sensación de estar estudiando de nuevo la carrera de Filología. De hecho, hice lecturas que no había hecho o que tenía olvidadas, releí textos con nuevos puntos de vista y adquirí una visión más completa de la literatura y su relación con la historia. En este sentido, estudiar la oposición fue un reencuentro con los “contenidos fuertes” de mi campo de estudio (los cuales no siempre se tiene oportunidad de tratar en una enseñanza que reduce los contenidos para volcarse en lo metodológico y las competencias).
Una oda a la educación pública
Recuerdo ahora unas frases del mensaje de felicitación de Eduardo, que además de la parte más personal tenía otra más solemne: “Vas a ser el responsable de difundir y defender nuestra lengua y nuestra literatura. Defender el derecho a la educación y al progreso individual de todos es nuestro privilegio y nuestra responsabilidad”. Leyendo estas palabras, ¡me dan ganas de hacer aquí una oda a la educación pública! Si hay algo así como una “vocación docente”, supongo que tiene que ver con esa responsabilidad, y con la importancia de enseñar, en nuestro caso, una materia como lengua y literatura en un contexto educativo como el actual.
¿Cómo hacer un buen examen de oposiciones?
Por último, diría que para hacer un buen examen, como ya sabemos, no hay recetas mágicas, pero creo que es importante hacer aportaciones propias a los temarios, practicar mucho los comentarios de texto y tener interlocutores con los que contrastar o reforzar diferentes aspectos de la preparación (en este sentido, tengo que agradecer aquí las charlas con mi amigo Dani y las sugerencias y ánimos de Elena y Pilar). Además, el curso con Eduardo fue para mí fundamental. Y leer, leer, leer concienzudamente.
María del Mar Rodríguez Quintana (Asturias)
Si estuviera a tiempo completo con las oposiciones y tuviera más margen, habría seguido tu método al completo, ya que me parece que es éxito asegurado. Por mis circunstancias, al final he decidido llevar más temas mirados aunque no los sepa a la perfección. Estoy usando el temario que me enviaste impreso y me está ayudando mucho. He leído otros temarios, pero el tuyo es diferente, está actualizado, la extensión es buena, los contenidos están bien explicados…Pienso por ejemplo en el tema 3, que otras veces me resultaba demasiado complejo. Sin embargo, en el temario de Opolengua la información es clara y está muy bien presentada. Lo cierto es que un buen temario facilita bastante el trabajo.
Yolanda Rodríguez Gotor (Cataluña)
¿Quién eres? ¿Por qué decidiste ser profesora y opositar?
Mis padres me pusieron de nombre Yolanda, Yolanda Rodríguez Gotor. Un nombre común para una persona, que desde hace años decidió adquirir la gran responsabilidad de intentar hacer un mundo mejor por medio de la educación, intentando desarrollar mi carrera en la mal nombrada “escuela de segunda oportunidad”, la escuela de adultos, aunque en realidad para muchos de mis estudiantes, es el primer sitio donde se les ha escuchado.
Aunque vivo en Barcelona, nací en Madrid. Mis profesoras de EGB decidieron que no era buena para estudiar y lo mejor era hacer una F.P, sitio donde solíamos ir los malos estudiantes, cosa que he podido demostrar que era no cierta, ya que después de F.P. estudié Filología Inglesa, el Grado de Magisterio y algún que otro idioma como catalán, rumano, francés, italiano y ahora dándolo todo para aprender coreano, aparte de no sé cuántos cursos, cursillos y talleres. (En estas tierras, me suelen decir cuando empiezo a hablar sobre estas cosillas: “Déu n’hi do”, ¡Ahí es nada!).
¡Ah, y como no, una oposición! La oposición de Lengua Castellana y Literatura en Cataluña.
¿Cuántos años has estudiado y en qué condiciones?
Si me preguntáis cuando empecé a prepárame* las oposiciones, casi no me acuerdo. Como no sabía catalán y el amor había llamado a mi puerta, pensé que lo mejor para entrar en la lista de interinos era hacer el examen en Zaragoza. Gracias a unos amigos que me apoyaron en este primer momento, me presenté con una programación irrisoria, unas fotocopias mal hechas, sin encuadernar y con unos pocos temas estudiados. Pero ahí estaba yo, sintiéndome la más pringada del mundo, tan solo para entrar en listas. ¡Claro, fue un descalabro! y eso que me supe uno de los dos temas que cayeron en el examen, el tema 55: La generación perdida: S. Fitzgerald, J. Steinbeck y E. Hemingway. La narrativa de W. Faulkner, tema que me ha perseguido en todas las oposiciones a las que me he presentado de inglés. ¡Esto sí que era una llamada! ¿Suerte? No sé, pero siempre lo llevaba preparado por si acaso.
Sin haber pisado un aula como profesora, habiendo desarrollado mí vida profesional en varias empresas importantes, me tomé en serio lo de las opos y me apunté a una academia. El primer día la profesora me preguntó que en qué colegio daba clases, le dije que en ninguno y me dijo que qué era lo que esperaba. Vamos, ¡el mejor comentario para no olvidarlo nunca! y sobre todo cuando le dije que quería entrar en adultos, eso ya la descolocó. Pero para mí fue la chispa que me incentivó para luchar por la plaza. No lo conseguí, pero sí entré de interina en una escuela de adultos.
¿Qué ha sido lo más duro que has tenido que superar para llegar al objetivo?
La decisión más dura, no ha sido estudiar, sino tomarse en serio lo de hacer unas oposiciones cuando tienes una hija de cinco años y sabes que vas a perderte muchas cosas. Lo mejor, que mi marido me ha apoyado en todo momento. Que mis padres, mi suegra, mi hermana y mis cuñados me han hecho de niñeros para rascar unos minutos, horas, días al reloj derretido que no deja de marcar su tic-tac y te va consumiendo, incrementando tus miedos e incertidumbres.
Hacer el gran salto de tu especialidad a otra, lo hace aún más difícil. Tener que estudiar todo un temario nuevo, aunque en adultos al ser de comunicación, impartimos clases en tres lenguas: castellano, catalán e inglés. Todo esto, hace que te lo pienses muchísimo, aunque mi camino fue allanado gracias a mi gran amor por la literatura española, cuando desde las estanterías de mi casa el libro Insolación de Carmen Laforet, me abrió una ventana a un mundo tan maravilloso cuando tenía 14 años.
Sacar las horas donde no las hay, casi no dormir, pensar que no llegas, que tu esfuerzo puede ser no recompensado, que casi todo es nuevo, que la pandemia ha golpeado a mí alrededor a muchos seres queridos y diversos fallecimientos en los últimos meses por el cáncer. Que el tiempo se alargaba, que no había final, que…
¿Qué ha sido lo más bonito e importante que has aprendido como lección de vida en este proceso?
Durante este periodo vas aprendiendo cosas, como que hay mucha gente apoyándote, que entienden tu situación y la desesperación, el mal humor, que te escuchan y que si no apruebas también estarán apoyándote, dándote ánimos… Y sobre todo me ayudaron mis compañeros y mis alumnos (los que vinieron en patera sin maleta, los que dejaron los estudios a medias, los que tienen situaciones familiares complicadas, los que son felices al verte en clase…) los de antes y los de ahora. Han sido mi fuerza para continuar, porque seguir su ejemplo de lucha y superación te hace crecer como persona y no solo eres su profesor, sino su consejera, amiga, madre, psicóloga, couching, y ¡además de todo esto, aprenden! y te muestran un gran cariño.
¿En qué sentido te ha ayudado la preparación con Opolengua?
Pero todo esto no hubiera sido posible si no hubiera tenido a Eduardo a mi lado. Le hice una primera llamada con miles de dudas, ¡una hora hablando!
Por las noches, me dormía escuchando sus videos y su voz me llenaba de paz y tranquilidad, excepto cuando explicaba la métrica, video que no recomiendo para dormir. ¡Era como si le fuera infiel a mi marido!
Cuando le escribía contando todo lo que me pasaba, siempre leía sus palabras de apoyo y ánimo. Le sentía muy cerca y más que un preparador le considero un amigo, de los que se pueden contar con la mano.
¿Animarías a la gente a opositar y a luchar por sus sueños?
Es duro, no os voy a engañar. Es difícil. Es una lucha contra corriente y la vida no nos lo pone fácil. Miles de caídas pero ¡vuelta a levantar!
Ahora que tengo mi aprobado y voy a entrar en el mundo del funcionariado, parece que el día ha esclarecido. Y ¿después de esto qué? Pues a seguir soñando, pero ahora con la tranquilidad de poder ejercer en el mundo que me gusta y al que estaba predestinada como profesora. O tal vez no, pero eso lo deberán de responder mis alumnos ; )
Íngrid Peiró Pous (Cataluña)
Hoy puedo decir que he aprobado las oposiciones de profesorado en Cataluña y que, al sobrar plazas, todos los aprobados conseguiremos una.
¿Cómo comenzó mi preparación de las oposiciones?
Ha sido un proceso muy extraño y duro que comenzó hace aproximadamente un año y medio. Decidí prepararme para la Comunidad Valenciana (donde vivo) y para Cataluña, así que la preparación integral de Opolengua me convenció. El inicio significó la entrada a un mundo desconocido, pero el asesoramiento de Eduardo López y de todo su equipo me ayudó mucho a ubicarme. También fue de gran ayuda presentarme a las oposiciones celebradas en junio del 2019 en Valencia, aunque sin ningún tema preparado ni ninguna experiencia en las oposiciones, para observar cómo se desarrollaba el proceso.
Cuando, en julio del 2019, empecé a prepararme, comencé poco a poco a aumentar mis horas de dedicación, incluso decidí no trabajar y centrarme exclusivamente en el estudio.
Estudiar oposiciones cercada por la enfermedad
Y así fueron pasando los meses hasta que en marzo de 2020 llegó la pandemia. En ese momento llevaba 15 temas estudiados, además de tener bastante claro cómo realizar los comentarios y tener la programación y las unidades prácticamente terminadas.
La pandemia no vino sola, sino que estuvo acompañada del aplazamiento de las oposiciones y, en mi caso, del inicio de una enfermedad llamada “hidrocefalia” a la que yo aún no le ponía nombre y que me provocaba terribles dolores de cabeza a diario. Todo junto hizo que mis ánimos empezaran a decaer y que el ritmo de estudio bajara tanto que al final dejé de estudiar y de repasar. No obstante, continué con la programación y las unidades hasta terminarlas del todo. Con respecto a los dolores de cabeza, fui a varios médicos y todo apuntaba a que se trataba de migraña, así que empecé a buscar remedios, pero sabiendo que era algo que no me iba a matar.
Las oposiciones de Cataluña: ¡8,1!
Cuando anunciaron que las oposiciones de Cataluña se retomarían en septiembre, tuve que ponerme las pilas y preparar la defensa de la programación y las unidades, que en esta comunidad son la primera fase. Saqué un 8’1. Pero ese 8’1 significaba que debía retomar aquellos 15 temas que tenía olvidados desde hacía meses.
Compatibilizar trabajo, estudio y enfermedad
En ese momento yo ya estaba trabajando como interina en un instituto, y sumado a la falta de ritmo en el estudio y a los dolores de cabeza, llegué a diciembre con solo 6 temas repasados. Los exámenes eran el 9 de enero y tenía pensado aprovechar todas las Navidades para repasar hasta llegar a los 15. Pero todo el plan se truncó cuando, una semana antes de Navidad, empecé a ver distorsionado y a marearme. Aquello ya no podía ser tan solo migraña, así que fui al oftalmólogo y ese mismo día me ingresaron en el hospital. Como podréis imaginar, me llevé todos los apuntes, pero el hospital no es el mejor lugar para estudiar, y menos cuando no sabes exactamente qué es lo que te pasa ni cómo se va a solucionar. Pruebas y más pruebas hasta que descubrieron que tenía hidrocefalia y que me tenían que operar. Yo preguntaba a los médicos si podía estudiar mientras esperaba a la intervención y si llegaría a presentarme a los exámenes. La respuesta siempre era la misma: “Ahora debes estar tranquila y el estudio no te va a ayudar. Esto va para largo, así que olvídate de las oposiciones”. Y eso hice: olvidarme de estudiar, aunque con la pena de saber que perdía una gran oportunidad.
Presentarse el día 23 de enero a las pruebas de oposición de forma justificada
Llegó el día 3 de enero, en el que me operaron, y el día 5 me dieron el alta, aunque debía continuar mi recuperación en casa. El día 9 era la segunda fase de la oposición y por momentos tuve la esperanza de poder presentarme, pero en mi estado de salud era imposible. Durante aquellos días recibí un mensaje de Eduardo deseándome suerte para la prueba y le relaté todo lo ocurrido. Como siempre, fue muy atento y me llamó para aconsejarme. Al final decidí solicitar al tribunal participar en la segunda convocatoria, reservada para casos justificados que no pudieran presentarse a la primera. Esa convocatoria era el día 23, y tres días antes recibí el “sí” como que podría presentarme. Esas dos semanas entre la primera y la segunda convocatoria fueron intensas, ya que no paré de repasar los 10 temas que tenía más frescos y el supuesto práctico.
La calificación de 8,4 y la plaza: ¡el premio al esfuerzo!
El día 23 una familiar me tuvo que acompañar hasta la puerta del instituto en el que se realizaba la oposición, ya que aún no estaba del todo bien para ir sola. Así, hasta arriba de medicación, pude realizar los dos exámenes saliendo con buena sensación.
Esta semana han salido los resultados y ¡estoy aprobada con un 8’4! Aún no me lo creo, pero tendré una plaza. El esfuerzo ha valido la pena y, si yo he podido, ¿por qué no vas a poder tú?
Un abrazo y gracias a todo el equipo de Opolengua.